MI INICIO EN TEMAS TAURINOS 20/06/10
Debo de comenzar diciendo que no me inspira ningún interés el festejo pero no estoy en contra. Las tradiciones, soy amigo de mantenerlas, otra cosa, es que se puedan dar variaciones a las reglas pero, pienso que en algo tan antiguo, no sería lo mismo. Esta fiesta española se transmitió, con cierta lógica a países latinoamericanos y, lo más insólito, al sur de Francia, en donde existe mucha afición y se ‘cultivan’ toreros de categoría. En Portugal también existe seguimiento pero, con reglas diferentes, ahí no se ‘castiga’ al cornípeta.
He visto in situ 6 corridas, en Las Ventas del Espíritu Santo, la que encabeza el prestigio mundial, en Madrid, barrio de Ventas, siempre fui invitado, mi cargo de director de banca era propicio para que clientes aficionados me trataran de obsequiar, ignoro porque, siempre les puse al tanto de que no era aficionado y que invitaran a alguien que lo aprovechase mejor que yo pero, bueno eso incluía la clásica comida antes de la corrida y establecer un mayor contacto. Al ser un comercial debía acatar las reglas de ello.
La primera vez, ya había visto el asunto en diversas ocasiones en televisión, pero como el directo presencial es muy diferente, aunque los detalles y, más cuando no entiendes, te los aclare un buen locutor, no deja de ser un espectáculo nuevo. Al ser ignorante, te fijas más en detalles del público que en el propio desarrollo. El vocinglerío, los comentarios positivos y negativos, las actitudes, las grabas en tu masa digamos ‘gris’.
Hay mucho colorido, diversas partes en las que todas conllevan su representación, etc.
Luego en menor medida he espectador de novilladas en Vista Alegre, Madrid, barrio de Carabanchel. En plazas montadas con talanqueras, protectoras con maderos, clásicos de pueblos pequeños por ferias, En Valdenoches (Guadalajara), en Alcazarén (Valladolid).
Como dije en TV bastantes, un torero con pocas dotes pero de mucha creación propia, hizo levantar un Fiesta que no pasaba por buenos momentos. Fue Manuel Benítez, ‘El Cordobés’, analfabeto, con valor que hizo cosas no muy clásicas del toreo pero que consiguió que en los inicios de la tele, hasta los escaparates de las tiendas que vendían estos aparatos, se llenaran de espectadores. Su salto de la rana, su teléfono y otra muchas ‘locuras’ hacían vibrar al público y hacer adictos a la tauromaquia.
Los capítulos de una corrida se distribuyen en 4 ‘suertes’ (facetas). El recibiendo al toro a la salida a la plaza y los pases iniciales con capotes para tantearlo y conocerlo. Segundo, la suerte de varas, donde un jinete, hoy en día con un caballo protegido y una adarga o lanza, le debe de picar en la zona del morrillo (cuello) o posterior, el torero pide a la Presidencia, se le ‘castigue’ más o menos.
La 3ª suerte es la de banderillas, reiletes o garapullos, tres banderilleros, con un par de banderillas, deben de citar al toro e hincárselas en una zona delantera, muchas veces esto lo hace el propio torero, el maestro porque tiene destreza en ello. Al público le gusta más y cuando le conocen se lo ‘exigen’.
Por último, la 4ª (como en el baile de sevillanas). El maestro toma muleta y espada, hace una dedicatoria a quien él decido con la montera (sombrero que usa) y luego se va al centro y la tira, se dice que si cae boca arriba, es síntoma de mal augurio, pero es cuestión de supersticiones.
Torea con la muleta al toro, con la mano diestra y con la siniestra, le saca los mejores pases posibles y después de un tiempo ‘limitado’, cambia la espada por el estoque (la de matar), cuadra al toro de la mejor forma posible y marca los tiempos para entrar a matar, labor muchas veces no fácil. Si ha ejecutado una buena labor de pases y no soluciona a la primera, disminuye la posibilidad de obtener el trofeo del corte de una o dos orejas. Si encima falla una segunda y una tercera, se olvida su buena labor y empiezan los silbidos. Cuando el toro por fin cae, viene el ‘puntillero’ y con un estilete, le remata en el hablado morrillo.
La cuádriga de mulillas enjaezadas, arrastra al toro para sacarlo de la plaza.
Si hubo acierto total, el público mediante pañuelos blancos pide 1 o 2 orejas a la presidencia y luego al torero vuelta al ruedo.
Si el acierto ha sido mediano, silencio.
Si no ha sido bueno silbidos.
He narrado a mi manera, la de un poco entendido, lo que yo interpreté.
Debo de añadir que muchos de los términos que he manejado me los enseñó el maestro locutor de comentaristas, que Dios le tenga en su gloria, Don Matías Prats.
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