Buscar ambientes
A colación de algo que hoy he oído comentar, personas ajenas a mí, se referían, como tantas, a acudir a ver el ambiente que se propiciaba en una localidad, con motivo de celebrar una semana o unos días de festejos. En origen, las fiestas locales veraniegas se producían por efectos relacionados con la finalización de las labores agrícolas. Por extensión, podían ser patronales y, curiosamente, los agnósticos, participaban como el que mas en esas fiestas religiosas. Acataban por momentos la celebración de santorales. El caso era festejar. Tengo humor, pero no soy ni he sido festero. Mis fiestas me las he montado yo, a mi libre albedrío, sin necesitar de unirme al jolgorio popular, éste siempre lo rechacé. Las mas de las veces degeneran en patoserías de los mas graciosos. Nunca necesité de introducirme en actos multitudinarios para divertirme. Éstos siempre me agobiaron. Todavía, comparto, menos cuando el ambiente se refiere a tratar de ver esos personajes amarillentos o rosáceos, viscerales, elevados a la fama, por admiradores que, posiblemente, envidien o añoren el poder emular en estar ahí. ¿Acudimos a ver con esa pasión a un intelectual, a un genio, literario, científico, para que nos contagie algo de su sabiduría? No, como norma, nos deslumbran mas las tetas y morros inflados, gelatinizados o a los que presumen de paquete o longitud y tamaño de atributos sin saber si unas y otros cumplirían el mínimo requisito de unas relaciones reales, auténticas. Desdeñarían todo lo que no se tradujera en euros ingresados por fotos o entrevistas programadas. Pero claro, mientras sigan siendo ídolos de tanto incauto, se aprovecharán de ello. La caja tonta nos absorbe el seso y el sexo virtual claro, pero daríamos algo por acostarnos con ese o con aquella, ¡sería maravilloso!, ¡qué hazaña!. Seríamos capaces de contarlo que es donde sacaríamos mas satisfacción, porque si nadie se entera ¿de qué serviría?. Somos los incautos soportes de esas necedades.
Finalizando, si algo se pierde en esas manifestaciones populares, lo mismo nos encontramos con lo que no queremos. Donde nada se gana, algo se puede perder. Pero, claro, si es con nuestra aquiescencia, ¿de qué nos vamos a quejar?. Lo incluiremos en nuestro anecdotario.
¡QUÉ RARO SOY!. Discrepar de una mayoría tan impuesta en divertimentos compartidos.
Finalizando, si algo se pierde en esas manifestaciones populares, lo mismo nos encontramos con lo que no queremos. Donde nada se gana, algo se puede perder. Pero, claro, si es con nuestra aquiescencia, ¿de qué nos vamos a quejar?. Lo incluiremos en nuestro anecdotario.
¡QUÉ RARO SOY!. Discrepar de una mayoría tan impuesta en divertimentos compartidos.
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