Blogia
ofloda

Contraste de caracteres

Contraste de caracteres

Cuando vivimos en un mundo en el que cada día se utiliza, no siempre con acierto, no siempre sin hipocresía, ‘tolerancia’ observo que ésta es mucho más complicada de lo que parece en su simple dicción y uso.

Tolerancia implica una amplia dosis de comprensión del comportamiento ajeno pero, este atributo o vocablo, necesita de compensación, de ser también tolerado y comprendido. Es muy sencillo pedir tolerancia a los demás pero ¿estamos dispuestos a otorgarla nosotros, a corresponder en la misma medida que nos la ofrezcan?. No suele ser así habitual. En eventos compartidos se producen que entre dos personas, pongamos en un juego por ejemplo, conocidas se entable una conversación y en ese enredo se habla de todo menos de la partida, ignorando que participan personas ajenas a la vivencia de esos amigos que tendrían mejor ocasión de manifestar sus cuitas. No se trata de un simple saludo, se trata de que hablan de sus vidas, demuestran ciertas intimidades, repito ignorando al resto de los participantes, en una palabra los están menospreciando. No digamos si la partida en vivo o en virtual admite ojeadores, las gracias y las confianzas se adueñan del territorio, faltando al respeto al resto y como queriendo decirles ‘¿no os dais cuenta de que aquí sobráis? Estábamos jugando con vosotros porque no habían llegado los de la peña pero ahora ya no hacéis falta, diría estorbáis vamos hablando en plata. Eso es lo que piensan y si se te ocurre demostrar tu enojo, eres tu el raro, el poco tolerante, el que se cree que eso es una ceremonia religiosa donde hay que guardar formas. Conforme una partida no debe ser un ritual exclusivo de seriedades, es para pasar el rato, pero siempre que no te menosprecien, que el diálogo establecido sea para todos no quede en gracias y piropeos entre esas ‘íntimas amistades’, desdeñando el concurso del resto de los jugadores a los que además con esa falta de atención desconcentran. Para esas tertulias hay otros foros o medios de expresión donde se reúnan los que entren en ese capítulo. Pero claro el ofendido, es el intolerante. Yo digo que sino nos respetamos un mínimo nunca podremos pedir respeto y tolerancia. Además te discriminan con desprecio como si se tratara de que perteneces a una especie de retrógrados. Pues yo siento cierto orgullo de pretender ser respetuoso en los ambientes donde me muevo, con ello no quiero decir que esté de acuerdo con cualquier opinión ni pretendo imponer la mía. Ni pongo etiquetas ni me gusta que me las pongan, creo con sinceridad es viable cualquier trato y no me duelen prendas en pedir perdón si considero que me he excedido en algún comentario o cuando los demás interpreten que les he ofendido.

0 comentarios