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Los hijos (XIII)

Los hijos (XIII) ... Pues una vez iniciado el ciclo universitario, casi ‘obligatorio’ (en mis tiempos la mayoría iniciaba el trabajo a los 14 años, yo meses antes de cumplir 16, luego en las noches íbamos a hacer estudios que elevaran nuestro estatus, la universidad era muy selectiva en cuanto a clases, dado que no es que yo no hubiera podido entrar, sino que por el bajo nivel económico de mi casa, mi padre ya fallecido, se necesitaba aportar un sueldo al hogar, con tal de evitar que mi madre saliera a fregar, profesión muy digna, pero mi hermana y yo preferíamos que ella regentara nuestro hogar y nosotros aportaríamos el apoyo económico) bien pues volviendo al ciclo de estudios, el vínculo al hogar del ‘crecido vástago’ es mínimo, me refiero presencial. Fines de semana nocturnos, los pájaros de la noche, los búhos. La madre, sobretodo, no se termina de acostumbrar. Esos días son como unos nuevos ‘períodos’ que tiene que soportar, esta vez semanales, está inquieta, concilia mal el sueño, solo cuando el ‘sufrido juerguista’ se incorpora al hogar, en ocasiones alboreando, la madre tras suspiro profundo trata de alcanzar el ‘orgasmo’ que supone la tranquilidad, pero ya es tarde, le queda poco para reiniciar la tarea, tiene que tener todo preparado para cuando se levanten ‘el rey león’ y ‘los búhos’. Tiene en casa toda una ‘selva’.
Pero ella a pesar de la comentada ‘montaña rusa’ en la que vive, poco se queja, además, si lo hiciera, le daría lo mismo.
En esta etapa, aparte de la exposición de fines de semana, es cuando obtiene una mayor libertad. Sobre todo si es ama de casa, tiene mas tiempo para distribuir a su acomodo. Nunca le abandonará el sentido de la responsabilidad pero tendrá mayor desenvoltura. Además, en general, las relaciones con ‘el rey león’, el eterno ocupado, se han deteriorado bastante, se da mas ‘cumplimiento por exigencia que por amor’, algo que no termino de entender hoy en día, porque hacer amor sin amor es una antítesis y aunque ‘el rey león’ ya tiene menos exigencias, su ‘melena’ ya tiene menos fuerza, sigue dominando el tiempo de cuando se debe practicar. Hoy me apetece a mí, pues adelante. Claro que si en la mayoría de los casos esperara a que fuera la hembra la que solicitara, lo tendría muy oscuro. Pero él ya buscaría algún desahogo exterior. Es triste el desamor, solo la fuerza de la costumbre o la malinterpretada ‘obligación’ lleva a un intercambio de relaciones, pero se perdió la chispa. ¿Soy pesimista? ¿De verdad? ¡Anda ya! ¡Quítate la careta de la hipocresía! Con matices pero estás conmigo. ¿Verdad lector? Lo que pasa que es crudo admitirlo, claro se me dirá que hay excepciones, pero éstas, una vez mas, confirman la regla. Este modesto ensayo, tiende a la crudeza, pero lleva una fuerte dosis de realismo. ¡Abajo la hipocresía!
Decía mi abuelo, hombre rural, pero con la sabia filosofía del ignorante popular: “hay que coger los tiempos según vienen”...
(Imagen: los murciélagos representan la vida nocturna que impera en la salida de los jóvenes actuales, son la nueva imagen de este mamífero volador y noctámbulo)

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