LOS CARACTERES Y COMO SE PODRÍAN O DEBERÍAN HACERLOS FRENTE
No soy experto, no soy sicólogo (validado por el DRAE eliminar la ‘p’, como en setiembre), luego entonces hablo ‘vox populi’, no ‘ex catedra’.
Los caracteres personales son casi comparables a las huellas dactilares o al iris de los ojos, diferentes e intransferibles, luego hacerlos coincidir no es tarea fácil, como el encaje de las piezas en un puzzle de grandes dimensiones. Solo el raciocinio es capaz de aunar criterios o tolerarlos. Me estoy metiendo en aguas turbulentas, sin brújula y no sé nadar, encima, pero creo que no me desvío mucho del rumbo, mi pequeña nave no va al pairo, la voy controlando con la mejor pericia posible.
Los famosos e impertérritos signos del Zodíaco, base de muchas opiniones de ‘iluminados’ dan predicciones para cada día, semana o año, pero nos tratan en manada, como si fuéramos ovejas reunidas por un buen perro pastor. A todos los del mismo signo en el mismo paquete, si es fortuna, todos con fortuna, si hay desgracias, todos con desgracias. Yo que soy lector muy poco avezado en contrastar con esos designios, veo que, claro, algún ingrediente o profecía que mencionan, en algún momento, tienen alguna coincidencia con nuestra personalidad. Yo soy Géminis (Los gemelos), se nos achaca doble personalidad ¿Qué pasa que los de otros signos, carecen de esta facultad o defecto? Mi hija menor, que es Capricornio, concuerda bastante con lo que de este signo se dice, pero eso no significa que todos los capricornios sean así. No vivimos en ese ‘Mundo Feliz’ del que nos hablaba Aldous Huxley, ella posee tenacidad, empeño, avaricia de cumplimiento, etc.
Pero volviendo al meollo de la cuestión para coincidir dos personas hasta llegar al amor, seas del signo que seas, tienen que aportar, cada uno, los ingredientes necesarios para que la receta alcance su cenit.
¿Estamos de acuerdo, lectores?. El granito aportado por cada una de las partes, se conforman en la figura de la felicidad, en la arena, solo hay que cuidarlo como el castillo de naipes que tanto nos costó conseguir para que no se derrumbe al primer soplo. Puede llegar a ser muy sensible e inestable. De ahí la necesidad de mantener la llama del fuego viva, alimentándola ramita a ramita.
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