DECEPCIONES
El caso es que la decepción puede provenir y, en muchas ocasiones así es, de la ruptura de algo iniciado con ilusión, de la destrucción de un ideal que se había magnificado a través del don de la imaginación. Te obnubilas por algo que sitúas en tus altares, nadie te ha engañado, ni mentido pero tu gran te lleva a elevar a esos altares a tus ideales, pero de repente encuentras con un desfase imprevisto. Reitero, nadie te engañó pero, un día entras en detalles y observas que de ese altar que tu creaste, solo formas parte del atrezzo, de la decoración, de una coreografía, en donde, además no eres el objeto o figura principal, porque ese altar que tu considerabas tuyo, resulta que hace tiempo estaba ocupado. Entonces te preguntas ¿y qué pinto yo en todo esto, en esta exposición?. Es como entre los cristianos y católicos, eres como uno de los pastores que va a visitar al Niño, en la Nochebuena, pero el portal ya está conformado, incluso el famoso burro y el buey ocupan tu espacio. No obstante, en tu obstinación, te vuelves a preguntar ¿y qué hace aquí el pastor, solo de visita?. La familia ya está al completo. La decepción es un concepto negativo y frustrante. Rompe la ilusión y la alegría del idealista. A este fracasado, de poco le sirve que le digan “yo no te engañé”, pero para este los hechos creían que iban por otros derroteros, el decepcionado se hunde y encima no sabe nadar con lo cual se ahoga seguro.
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