LOS GATOS DE BILBAO
No soy, precisamente, de la Sociedad protectora de Animales. Siendo niño, residiendo en Barcelona, tuvimos u par de gatos, no a la vez sino consecutivos, eran vulgarcitos, no entiendo de razas, eran grises con rayas negras y algún ocelo blanco o negro. Residieron en casa por exigencias del guión, como acostumbras a decir nuestra prole de artistas cuando salen de despelote en las películas que trabajan, como excusa. Porque yo he visto grandes películas de los años 40, 50 y 60, del país que fueran y cuando una pareja se iba a acostar, veladamente se veían que se ponían, respectivamente pijama y camisón y se metían en la cama, hoy en día sino te enseñan como echan el polvo y sobre todo la tía sale desnuda, la película parece ñoña, es decir no somos capaces de imaginarnos que van a echar un polvete, nos lo tienen que enseñar, para facilitarnos la labor. O si ella se ducha porque no se le va a ver de nuevo desnuda si lo normal es ducharse desnudo, claro lo lógico es verlo, también cuando entran al servicio nos podrían poner el acto escatológico de hacer de vientre, para darle realidad o ver ponerse el tampax a la mujer cuando está con la regla, en fin y volviendo al sendero, vivíamos en un último piso y en Barcelona encima de éstos hay terrados que se llaman que son como extensas superficies a modo de solarium y por ahí había ratoncillos. Pero mi madre, no muy dada a tener animalitos en casa, los aceptó como medida preventiva, pero los alimentó tan bien que los gatos, que eran, machos por lo menos tenían cojoncillos, parecía que estaban siempre embarazados, les colgaba el estómago o tripa hasta el suelo después de las abundantes comidas, así que si aparecía un ratoncillo a su alrededor, casi creían mas que se trataba de un juguete y el roedor no pasaba ningún peligro, era una simple distracción para el gato el verlo evolucionar. Bien pues al gran articulista de ABC, Antonio Burgos, ha manifestado siempre su afición por estos felinos y no me extraña, se ha echado las manos a la cabeza cuando ha visto que un edicto del Ayuntamiento de Bilbao (como sin hubiera sido de Cuenca) en vergonzante edicto dice que multará hasta con 600 € a las personas que tengan la iniciativa de alimentar gatos callejeros (¡Viva la libertad!). Los gatos callejeros mantienen a raya que las ratas campen a su aire por las calles. Pero no han dictado ningún edicto que condene la libre circulación por las calles de protectores reconocidos de asesinos, eso no es tan preocupante. A lo mejor es que tiene más peligro los gatos como no entiendo de animales de ninguna especie, será eso, porque al fin y al cabo animales son unos y otros. Los, aparentemente racionales, con el agravante de alevosía y perdón a sus Señorías por inmiscuirme en sus términos, además he quedado muy mal porque ni en uno ni en otro caso he utilizado la palabra ‘presunción’, sin la cual en este país, nada es válido. ¿Qué harían con un gato con broquitis?.
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