Seguimiento sobre dones
Seguimiento sobre dones 03/11/05
En breve hablé algo sobre dones y prometí que tocaría de nuevo el tema, aquí estoy para ello.
Inicié el otro día con el don de la escritura. Como expliqué será porque, modestamente, me encuentro algo inmerso e iluminado de él, sin ser un profesional ni mucho menos, nada mas que un simple aficionado que desarrolla con ilusión temas cotidianos. Si estableciera un orden de prioridades sobre el tema de los dones, aunque ya me encuentro distante con respecto a su desarrollo, hablaría en segundo término de la música y lo que ella comporta. Nada sé de sus reglas, nunca estudié solfeó, siempre la he dejado en la entrada por mis pabellones auriculares. Ni siquiera sé distinguir las notas aunque sepa, como cualquiera que son siete, iniciando en el ‘do’ y acabando en el ‘si’, pero no reconozco sus diferenciaciones. Sé que se plasman con cierto orden dentro de un pentagrama, cuadernillo al efecto y que como su prefijo indica, es una paginilla que la separan grupos de cinco líneas, entre ellas arriba y abajo, los garabatos que representan esas notas, conducen a la melodía que directores de orquesta o músicos interpretan. He oído hablar de fusas, corcheas y sus correspondientes semis, también me suenan los bemoles, (en el sentido musical de la palabra) pero me rindo no puedo seguir con mas vocabulario sobre el particular. También conozco el nombre de muchos instrumentos pero entre un oboe o un fagot no tendría nada mas que el 50% de acertar cual es de los dos y sería producto de la casualidad. Solo que con la música tengo la ventaja de aquello que le llaman buen oído, aunque estés algo sordo y entonces disfruto de lo que me entra por mis orejillas, se traslada a la red de conductos cerebrales se distribuye a mis extremidades inferiores y a los lugares que deben acompañar determinados ritmos y se traducen en bailes con la intención de que sean acompasados. De ello también sin haber tenido ninguna instrucción ni aprendizaje debo tener algo de ‘don’, porque el ritmo se acompaña bien a los sonidos y me lo han dicho en muchas ocasiones, siendo algo difícil hasta seguir mis pasos en esa cascada de movimientos de pie y contorsiones al efecto. Tampoco me viene mal una práctica de interpretación bucal sobre lo que hoy, con las limitaciones propias de quien nunca recibió ninguna orientación del canto. Mi canto de imitación no es malo, pero le falta la carencia de una respiración adecuada que me hace difícil el sostenimiento de determinados tonos, creo que todo ello es producto de la falta de una instrucción adecuada.
Para mí la música en general, toda es buena, me sirve, me estimula, me emociona, desde la clásica a la moderna, pasando por las regionales, countries, ritmos salseros, caribeños, sambas, tangos, coplas nuestras, etc. Solo no soporto a estos nuevos trovadores raperos que interpretan con monotonía entonaciones a modo de quejas ciudadanas o monólogos que solo ellos y sus seguidores son capaces de soportar.
El ciego que cantaba acompañado de una tablilla dibujada y señalando con un puntero las historietas vigentes de la época era como el telediario de las calles. Acoplaba la reincidencia de su estilo musical invariable para narrar los últimos y más famosos acontecimientos, él cumplía con su sentido de informar y de paso acumulaba unos cuartos beneficiosos para su humilde subsistencia y la de su lazarillo.
Por lo comentado en general en orden de dones a la que por lógica relaciono con el canto y la danza sigue el segundo orden en la relación de mis preferencias.
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