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UNA CURIOSA RETROSPECTIVA EN MÍ VIDA (I) – 23/06/13

UNA CURIOSA RETROSPECTIVA EN MÍ VIDA  (I) – 23/06/13

 





 



No sé
si achacarle a la nostalgia o a la evocación de tiempos pasados que, si no
fueron mejores, como tópicamente se dice, si merece la pena hacer camino y
volver a caminarlo.



Se dice
que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, yo
discrepo bastante de estos eufemismos al uso. Creo que mi sendero está lleno,
más que de piedras, de gravillas y entonces es fácil pisar muchas de estas
diminutas piedrecillas y eso ocurre, al menos, en mi devenir diario y ando poco,
por mis extremas limitaciones, pero andar, andar … también se camina con la
mente, al igual que con algo de imaginación puedes atravesar el espejo de
Alicia y entrar en un mundo virtual nuevo a la medida que tú quieras.



Pues
bien, de poco tiempo a esta parte, en mi baúl de recuerdos promoví encontrar,
cual arqueólogo, unos fragmentos de la estructura de mi vida.



Me
trasladé a mi infancia en Barcelona, allí hasta los 9 años y no es que suceda
porque al ir siendo mayor se perpetúen más tiempos anteriores que lo de los
acontecimiento actuales, es que toda mi vida recordé esos años, de infancia, de
pubertad, de adolescencia y así progresivamente, todo ello estuvo y permanece
como intacto en algún lugar al efecto en mi modesta materia gris o del color
que sea.



En ese
dédalo del acontecer de cada vida, últimamente me he dedicado a investigar por
ejemplo una etapa importante, la época del bachillerato. Lo inicié con 9 años,
hice el ingreso en el monumental instituto San Isidro de Madrid, al lado de lo
que entonces era la catedral de Madrid, la actual colegiata de San Isidro,
patrón de Madrid. Los estudios los hice por libre, es decir no acudía al
instituto, allí me tenían que examinar, fui a un colegio de barrio próximo a
casa, sin nombre referente, era el ‘colegio de D. Santiago, orondo y bonachón
personaje que supongo tendría el título de magisterio.



Allí,
un tal Luengo, hacía de ‘profe’ sin titulación alguna, estaría por los
veintialgo, entonces carecía lógicamente de conocimiento de instrucción y
nadábamos, los 5 o 6 que íbamos en esa pequeña pecera.



Entonces,
a la hora de los exámenes, en el centro mencionado, mis resultados no fueron
brillantes, creo eran 8 asignaturas, aprobé 6 con un 5 y suspenso en dos que
recuperé en septiembre.



El plan
de estudios era el llamado 1953, creo que, posiblemente, el mejor de todos los
habidos desde el final de la guerra.



En
segundo, otra de lo mismo, continué en el cole y al llegar junio, los
resultados fueron idénticos que en 1º, 6 aprobados y 2 recuperados en
septiembre.



Corría
el inicio del curso, octubre de 1956, mi padre al ver y creer que yo tenía
mayores aptitudes me matriculo en un instituto, el llamado Cervantes, situado
en la calle Fortuny, paralela a Castellana y 2 paradas más allá de la plaza de
Colón siguiendo hacia el norte.



Este
gran edificio, fue un colegio alemán, la Embajada estaba al lado y estaba dotado de
completos elementos de avanzada tecnología, digamos que mejor que muchos
centros privados. Era un inmueble de 3 o 4 plantas, aulas para alumnado de
entre 30 a 60 plazas, pupitres de buena y dura madera, con cajoneras, la
mayoría de doble plaza y la fila de la pared de una sola, encerados o pizarras
de alto nivel con tizas blancas y de colores, algo insólito en el momento.



La
clase de ciencias naturales, tenía de todo tipo de muestrario como esqueletos,
colecciones de plantas y peces para visualizar.



La de
química, con todo tipo de muestras de minerales y varios microscopios.



El aula
de dibujo, era de mesas como tableros horizontales donde podías colocar
cómodamente, las láminas al efecto, para el dibujo artístico y lugares
apropiados para los compases y demás útiles para dibujo lineal.



En la
primera planta una capilla para unas 50 personas sentadas y a lo largo del
amplio pasillo nos podíamos situar para oír la misa en un festejo especial.
Había misa todos los días antes de empezar las clases pero no era obligatoria.
Yo iba mucho pero por conveniencia, sobre todo en inviernos, hacía frió en el
patio donde había cancha de baloncesto y entonces me recogía en esa capilla.



El
gimnasio, de ensueño, en aquella época, espalderas, cuerdas de trepar con o sin
nudos, potros, plintos, barras paralelas y asimétricas, colchonetas mullidas
para proteger de caída en los saltos, y vestuarios. Hasta balones medicinales.



En fin
todo un lujo de colegio público.



La
fatalidad es que mi padre me matriculó en septiembre de ese 56 y el,
repentinamente y en 4 días exactos, falleció, a los 49 años, el 1 de octubre.



Yo
inicié las clases el día 13, ya huérfano de padre.



(Continuará
…)



 



1 comentario

Adolfo -

PIDO DISCULPAS, SOY INCAPAZ DE ABORTAR LA MALA CONFIGURACIÓN QUE SE VIENE PRODUCIENDO EN LOS ÚLTIMOS CORREOS Y PIENSO CAMBIAR DE BLOG PERO TENGO AQUÍ TODA MI HISTORIA DESDE 2005.