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EL GALLINERO:Batalla de los sindicatos; por Iñaki Zaragüeta

EL GALLINERO:Batalla de los sindicatos; por Iñaki Zaragüeta

Los sindicatos están librando una batalla, callada pero sin cuartel, para recuperar el protagonismo y la imagen perdida. Me refiero a la campaña por aumentar la afiliación a marchas forzadas aprovechando las consecuencias de la crisis entre los trabajadores que o han sido objeto de despidos, ERE y demás fórmulas o temen sentir en sus propias carnes lo sucedido  a sus compañeros.

Así me lo contaba ayer mi amigo Rogelio, quien ha detectado entre sus correrías por los centros la visita de las centrales sindicales, especialmente CCOO y UGT, a los empleados con posibilidades de verse afectados por reestructuraciones de plantilla o similares. «Ya sabes, te conviene estar afiliado porque podrás contar con los servicios y, además, serás mejor defendido por nosotros». Esa es la principal proclama de seducción.

Los sindicatos tratan de salvar el obstáculo de la ausencia de afiliados, que les provoca debilidad y les hace susceptibles de recortes duros en las subvenciones oficiales. Quizás no laven la imagen, pero puede ayudar a sus intereses. Así es la vida.

“Ahora voy yo”:

Los sindicatos son una de las muchas partes que componen la vergüenza nacional. Hacen de todo para salir en la foto pero actúan siempre en contra de los trabajadores actuando como si fuera todo lo contrario. Su objetivo es el fomento de huelgas, cosa que es lo último para ayudar a un país con la crisis dejada por sus amigos, los izquierdistas que, una y otra vez, actúan como cigarras incontroladas y meten su guanto blanco y sucio hasta el hombro, incluso, a veces, parecen tener los brazos de los dibujos del Doctor Gadget de tanto como se llevan.

Algunos, saben algo de geografía, me refiero al nefasto gobierno, y conocen los paraísos fiscales de las Barbados, Caimán, etc. No sé si son paraísos o jardines, porque Paraíso, se llamó según la Biblia, libro origen de las tres religiones monoteístas principales, cristianismo, judaísmo e islamismo, al Jardín del Edén.

Los sindicatos, según leí en prensa, en Europa y países con cierto nivel, viven de sus afiliados, aquí, es curioso viven de grandes aportaciones parlamentarias, están en ese nómina, es decir que Juan Español, seas o no seas sindicalista les sostienes. ¿Qué nos digan el número de afiliados? Sería de risa y si tienen más es porque en cualquier empresilla o empresaza, los, normalmente, más vagos y más ineptos se hacen sindicalistas para vivir de privilegios especiales en la empresa. De momento tienen 40 horas mensuales para poder gastarlas en lo que quieran, dice reuniones, ya saben reunión de pastores oveja muerta.

Hablo así porque lo sufrí en mis carnes. Trabajé desde los 15 años hasta los 55 que me prejubilaron ‘obligatoriamente’, si te quedabas, yo estaba en un banco, te podían mandar cada día a 30 kms de distancia donde tuvieran otra sucursal, por supuesto a hacer los trabajos más bajos, llámese archivar, etc. Coticé 45 años, porque seguí cotizando de los 55, patada en culo, hasta los 60. Y en un desastroso acuerdo empresa-sindicatos, en el Banesto, 6 últimos años de mi ‘paseo’ bancario, no podía cotizar por mi cuenta hasta los 65 años, con lo que me quedó el 60% de pensión del Insalud. Banesto tenía, como otros bancos, un fondo para los empleados, en muchos bancos, al prejubilarte te daban el fondo para que tú te lo administraras a tú manera, aquí no, el primer año, me complementaron hasta el 100 de mi sueldo, pero el resto ya inamovible, es decir llevo 12 años y los que me quedan cobrando la misma cantidad con lo que significa la reducción de ingresos estáticos. Item más, si ‘palmo’ a mi mujer de eso no le queda nada, ¡Viva la Pepa!. ¿Pasa igual con los parlamentarios?.

Con 52 años me dio un infarto el 31 de diciembre de 1996, a las 15:15, cuando salía de trabajar, Madrid todo nevado, zona muy solitaria, Pinar del Rey en Madrid, 10 cms de nieve, salía acompañado con mi ‘ángel de la guarda’, llamada Olga Plaza que me iba a llevar a Plaza de Castilla en su coche a coger los autobuses camino de mi casa. Pasada la barrera de vigilantes jurados a unos 100 metros me agarré a Olga, mujer guapa y alta, ella debió pensar algo raro hasta que vio que me desplomé a la nieve, se quitó su abrigo, me lo puso de cabecero y salió corriendo para buscar ayuda. Bajaron compañeros míos, llamaron a ambulancias y vino una sin UVI, llegó otro apta, habían pasado 20 minutos largos. Oí en la ambulancia a la doctora ‘este hombre se nos va’, una convulsión posterior en donde salió un golpe de saliva yo pensé en el adiós y, sin embargo, la doctora dijo, esto nos da algo más de margen. Uvas en UVI, con esposa e hijas, compartiendo el momento de esas ‘campanas’, luego 4 días más de vigilancia intensiva y tras múltiples pruebas de mil tipos, me operaron el 17 de enero de 1997.

Volví al trabajo a los 5 meses y medio, a petición mía. Los ‘cariñosos’ sindicalistas vinieron a darme ‘la bienvenida’, es decir ‘el beso de Judas’ pero, ni trataron de pedirme una jubilación anticipada por peligrosa y reparativa operación, me pusieron válvula metálica en la aorta y por ello tengo que pasar mi ITV personal a un promedio de cada 3 semanas para ver mi coagulación sanguínea, es decir, solo me repararon. Tampoco me advirtieron que tenía derecho a solicitar una minusvalía por la que no cobras pero te aporta algunos beneficios, de ello me informé casualmente años después por una conocida en vacaciones que trabajaba en la Consejería de Salud de Castilla-León y, casualmente, al ver la permanente cicatriz que me ha quedado que me llega desde poco más abajo del cuello, unos 20 o 25 cms me dijo ‘cobras minusvalía ¿no? Al responderle que nada sabía de eso me dio pasos a seguir. Y conseguí el 34%, no retroactivo. Hoy en día, desgraciadamente, desde el originario 34% que me dieron, voy por el segundo tramo de algún beneficio, el 65%, la total es casi imposible de conseguir sino no tienes acceso a nepotismos.

Es decir ¿Qué puedo hablar de estos sindicatos?. Pues que ahora tienen buen momento de acción, manda la derecha ya están haciendo el programa de invadir con pancartas las calles, forma ‘cojonuda’ de colaborar a la solución de la crisis sostenida por el desgobierno de izquierda sufrido desde 7 años y medio largos y dejando un gordo problema a la derecha. La historia dirá enseguida que los malos datos económicos se dieron gobernando la derecha, es decir ellos se van de rositas.

El ‘Robalcava’, fósil maléfico ministro con el Felipe y con el José Luis, manipulador de hilos, sale de jefe de oposición, lo primero que dice, tan listo que es, ‘A ver si recuperamos la credibilidad en la calle‘ y, como no, animando a sus huestes a invadir las calles, al estilo de los de la plaza Tahir en Egipto, es decir trabajar poco y protestar contra la de derecha por no limpiar de inmediato las aguas putrefactas recibidas.

Los ‘cocos’ y los ‘ugotes’, frotándose las manos de agarrarse al trapo y al megáfono para huelgas generales por no saber el gobierno de turno operar bien las huesos de los manirrotos.

Y lo contado de los sindicatos es mi caso, ¡Hagamos una encuesta nacional sobre las tropelías sindicales contra los trabajadores!

Seguro que opinaran muchos de que exagero pues a esos les digo que ¡ojalá! Un día necesiten ayuda de los sindicalistas, ¡van listos! Entre esos manipuladores laborales y los ‘sociolistos’ estamos bien jodidos. Pero las orejeras no solo las llevan los asnos.

 

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