LUCES Y SOMBRAS – 16/03/11

 

Son las 4 y media de la tarde, estoy sentado a la mesa de la terraza de un soleado bar en Torremolinos (Málaga), ciudad turística de la Costa del Sol.

El cielo y sus espacios azules, mi color preferido, y unas nubes algodonadas que de vez en cuando obturan el amarillo refulgente del cálido sol. La brisa hoy es algo movida y fresca, aunque si el sol está presente ésta se templa.

Escribo en una servilleta de bar la que encima me dice ‘gracias por su visita’, ahí rasgueo mis garabatos, aunque modestia aparte mi caligrafía es muy legible y acompasada y además aunque luego lo traslade al ordenador no quiero perder mi costumbre amanuense. Veo unas montañas al fondo del paisaje, antenas diversas rematan sus cumbres. La mesa que me ‘soporta’, es un cuadrilátero sugerente un fuerte amarillo limón con animaciones asimétricas en tonos azules fuertes, hacen un buen contraste, llamativo al menos. Mis ojos sueñan con el espectáculo crematístico.

Las luces y las sombras que digo están provocadas por ese errar de las nubes que parecen tomar baños de sol pero lo ocultan intermitentemente.

Algún motor de coche, es el único ruido fuera del ambiente tranquilo pero sin llegar al agobio, es la hora de la ‘sacra siesta’, invento tan español y que los extranjeros ya practican por estos lares.

Cerca unos autocares paran y traen y llevan viajeros a hoteles o apartamentos.

Mi modesto inglés se ejercita entre tanto foráneo, me lo fertilizan. El título dado me lo ha sugerido una preciosa novela del gran maestro, ya fallecido, D. Gonzalo Torrente Ballester, ‘Los gozos y las sombras’.

De él, como de otros maestros, tomo buena nota para luego dar forma a mis modestas historias. Es un placer.