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MALAS COMPAÑÍAS

MALAS COMPAÑÍAS Pido excusas, nuevamente, a mis escasos lectores por una desaparición tan prolongado. En la vida tiene todo su porque, más o menos convincente, y su explicación.Trataré de decir, como bien dijo otro Adolfo, apellidado Suárez y de un renombre del que carezco, le recuerdan ¿verdad?, si no, deberían hacerlo, lo merece, entonces él se ha echado un mal amigo el Sr. Alzheimer, ese poderoso y maléfico personaje que borra, como un virus en un ordenador todo el disco duro, en nuestro caso, humano, toda nuestra memoria y por lo tanto vive en un apartamento de tan tétrica nebulosa. Yo, como muchos sabéis, Adolfo, pero Sánchez a mucha honra por la igual españolidad del apellido, pero sin llegar a conocer, todavía, al Sr. Alzheimer me he metido en malas compañías y dudo, por tanto, si puedo repetir la famosa frase con la que un día el Sr. Suárez nos obsequió <>, lo estaba haciendo todo un gran Presidente de nuestra nación, reunificador de unas ‘taifas acechantes’ con la mayor tranquilidad, gracias a su buen tacto, claro está y la colaboración de otros tantos que, gracias a Dios se prestaron. Pues, como decía, tendré que hacer un gran esfuerzo. Me he juntado con ciertas desagradables compañías, la pereza, la apatía, la desilusión, la desesperanza, el aburrimiento, la carencia de estímulos, etc. A nadie se las recomiendo, y además les advierto, no caigan en sus redes, son de difícil desenredo. Perico Chicote, nuestro recordado mejor barman nacional, no hubiera podido obtener un cocktail apetecible con los citados ingredientes.He manuscrito bastantes servilletas en estos días pero nunca encuentro momento apropiado para llevarlas al marco donde quiero que figuren. Se mete uno en el laberinto y este tiene solo una salida y, justo, en este momento mi sentido de la orientación carece de brújula. Lo intentaré pero solo lo prometo.Algunos escritos estarán fuera de vigencia, pero como los tiempos son repetitivos el tiempo de caducidad es amplio. 

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