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VUELTA A LA RUTA DESPUÉS DE HABER TENIDO MI NAVE AL PAIRO Y SIN ARBOLADURA

VUELTA A LA RUTA  DESPUÉS DE HABER TENIDO MI NAVE AL PAIRO Y SIN ARBOLADURA ‘Decía antes...’, haciendo alusión a la reputada frase de Fray Luis de León, eminente poeta del siglo XVI que al retornar a sus clases como profesor de la Universidad de Salamanca, tras 15 años de cárcel, inició sus clases con esta frase ‘COMO DECÍAMOS AYER...’ que pasó a los anales de la Historia de la Literatura española.Pues bien, yo me limito a escribir,  ‘Decía antes...’, dado que le espacio de tiempo de mi reaparición es mucho menor que el del poeta docente, entonces tras el paréntesis obligado por las circunstancias que a continuación. explicaré, lo más detalladamente posible, aquí me encuentro otra vez entre vosotros para seguir con mis comentarios y opiniones sobre dispares y diversos temas acontecidos. Os pido perdón si, en alguna ocasión. mi dictamen no es el más acertado pero se trata de mi forma de verlo, de mi punto de vista, siempre discutible,  por eso, siempre diré que admitiré cualquier reproche o réplica. Entonces el ‘Decía antes...’, significa que poco a poco iré apareciendo por estas páginas de la bitácora.Hoy es un autoinforme sobre lo acaecido y que ha obstruido tener una continuidad en mis escritos. Así que trataré de narrar sobre estos achacosos días para mi persona:Iniciaré con unos símiles que años atrás viví y que dejaron en mí cierta huella. Recuerdo, y ahora he refrescado a través de una web de internet, una película del año 1957 que, en España. se proyectaría en los primeros años de la década de los 60. El director era el afamado cineasta sueco Ingmar Bergman. Posteriormente y de época similar vi, de su autoría, otras como ‘El rostro’, ‘El manantial de la doncella’, ‘Fresas salvajes’, etc. Este prolífico personaje todavía en el año 2003 ha presentado ‘Saraband’, ignoro si ha vuelto a filmar nuevas obras de arte. Su magnífico e intrincado estilo hizo que siendo adolescente púber viera esta película que me impactó. Pero a la que yo me refiero y que algo tiene que ver con mis últimos acontecimientos es el ‘El séptimo sello’. Era tan complicada de captar que en el cine te entregaban con la entrada una explicación para comprender de que iba. Un blanco y negro tenebroso hacía gala en todo el filme. Con los años llegué a entender el farragoso argumento que planteaba. Un caballero medieval reta a la muerte a una partida de ajedrez, pero no se plantea así de sencillo, se quiere dar a entender. Claro está la muerte tiene grandes recursos. Ahora mismo no sé el desenlace de esa partida. Yo, a emulación de este argumento, también parece que he jugado una partida con la parca, pero no he sido el que ha planteado el reto, me lo he encontrado. En principio, y, a la vista de que aquí estoy escribiendo, tras varios jaques al rey, a pesar de ese acuciante acoso, parece ser que me he librado del mate definitivo y, en este símil, la partida continúa pero ya estoy menos atormentado.  Por otro lado tengo que decir que también parece que me han sobrevenido ‘Los cuatro jinetes del Apocalisis’, novela y título firmado por nuestro insigne valenciano Vicente Blasco Ibáñez. Aquí también los 4 caballos de diferentes cromatismos simbolizan desgracias que sobrevienen. El Caballo Rojo, representa a la guerra. El Caballo Negro al hambre. El Caballo Amarillo, la muerte y la enfermedad y el Caballo Blanco, igualmente la muerte y en visión más positiva a Cristo.Pues bien, me he visto acosado por el Caballo Amarillo, y en carrera desigual, yo carezco de sus cualidades, también he podido esquivarlo.Tras este exordio, prólogo o prefacio, trataré de relatar las perturbaciones a las que el destino me ha sometido.El día 9 de enero pasado, justo a la vuelta de unas vacaciones de Torremolinos, costumbre que mi esposa y yo tenemos de hacer durante esta época y recibir el Año Nuevo en el Hotel La Barracuda, al que considero, en cierto modo, como el retiro del guerrero, como todavía era temprano, pretendí dar continuidad a mi sistema de vida en Madrid y hacia las 7 de la tarde preparé mi bolsa con recortes de periódicos, revistas pendientes y el bolígrafo con el que, en el Bar La Peseta, ocupo una mesa, para mis lecturas y posteriores opiniones o comentarios. Una copita o chupito de whisky acompaña mi proceso, casi diario mientras permanezco en Madrid. Doy rienda suelta a mis fantasías y con más o menos acierto me introduzco en la ‘selva’ que los profesionales articulistas de mi agrado me proponen. No trato de emularlos pero si me gusta aprender de ellos y tengo hasta la osadía de rebatir, en ocasiones, sus exposiciones. Por dictámenes propios que no quede. Ya vestido y ‘armado’ con mis enseres o artilugios me preparo para salir. De repente, un escalofrío recorre mi, hasta ese momento, erguido cuerpo. No soy, precisamente, muy dado a ejercer controles sobre mis estados carenciales de salud. Estados carenciales, aprovechando el título de la novela de la manchega Ángela Vallvey. Pues bien, al comentar esa suave tiritera, mi cónyuge, alerta siempre a mis achaques, me hace poner el termómetro. El mercurio señala 37,5º. En apariencia no serían más que unas décimas, pero al ser la temperatura de mi cuerpo normalizada en torno a los 36,2º, supone algo más de un grado, circunstancia que todavía la vida he acusado, en las pocas ocasiones que se ha dado situación similar. Entonces repliegue y en lugar de salida, sesión de sofá y aumento de los escalofríos. Consecuencia de ello fue pedir consulta para mi médica, ya que al haber una epidemia gripal se podía tratar de eso. El jueves 11 de enero voy a mi médica de familia en Consultorio, se llama Miren Karmele Apecehea, la que al explicarle los síntomas, me ausculta y me dice que, efectivamente, puede ser un proceso gripal aparte de que tengo una bronquitis no muy pronunciada. Me receta los consecuentes medicamentos y la bronquitis, con el antibiótico, desaparece en tres o cuatro días, pero en la zona lumbar, según van pasando los días, voy acusando un dolor más intenso. Con estos dolores, que se incrementan día a día, el domingo 14 opto por ir a Urgencias Ambulatorias y allí el doctor de guardia, tras una revisión bastante profunda, haciéndome diversas pruebas físicas y comprobando dolores según movimientos, me dice que todo aparenta una lumbalgia o posibilidad de cólico nefrítico y que haga el seguimiento con mi doctora. Voy el día 15 y le comento lo acontecido, prueba a cambiarme el tratamiento, haciéndolo más intensivo y tomando calmantes cada 4 horas. Me hace tira de orina, donde hay escasos reflejos y me proporciona cita para hacer radiografía en el Ambulatorio.  Como si nada el efecto de los nuevos e intensos calmantes. Mis dolores van en incremento. El 22 de enero, ante la progresión de mis molestias y el aumento de dolores, me vuelve a retocar el tratamiento la doctora, piensa que puede ser un aviso de cólico nefrítico y, para ir anticipando, me manda ecografía que me harán el día 12 de febrero. El día 29 de enero, la doctora comprueba los análisis y ve todo normal, excepto la glucosuria, algo normal por mi condición de diabético, pero ya estoy en un grado que casi arrastro los pies para andar por la calle. Mi mujer me viene insistiendo en llamar a urgencias, la doctora también me da la alternativa de cita con el urólogo o más directo las Urgencias, pero sigo, obcecadamente, tratando de aguantar, con tal de evitar un posible ingreso. Craso error, como se verá seguidamente, la cosa toma un cariz muy serio. Así que comienzan los procesos serios hospitalarios. Ante mi cerrazón, mi mujer, definitivamente, hace caso omiso de mis negativas y llama al 112, conocido teléfono donde se aglutinan todas las urgencias. Los días han sido malos, ya arrastro los pies para andar pero, las noches eran de auténtico suplicio. Lágrimas amargas recorrían mi rostro ante el incremento traumático de padecimientos que estaba soportando. Un médico recibe su mensaje en ese 112 y escucha los síntomas que mi mujer le explica. El doctor al escuchar esas descripciones y ver que algo malo se esconde en todo ello, le dice que en breve enviará una ambulancia para trasladarme a la Clínica de La Concepción. Así es y opto, con la aquiescencia de mi mujer, por irme en pijama ya que pienso que será más cómodo para la pronta observación que requiero. Una joven doctora, en una pequeña consulta me hace un pequeño cuestionario del porque de mi visita a urgencias. Le cuento los síntomas resumidos pero concisos y suficientes y hace un desafortunado comentario. En palabras textuales me dice “han tomado Vds las Urgencias como si fueran los salones de una cafetería”, no obstante, al estar allí, inician pruebas, ya ni las recuerdo, pero se ve que cada una de ellas iba revelando la gravedad de mi situación. Creo que después de bastante rato le dicen a mí mujer que no tienen muy claro de que se trata pero que nada bueno es. Afortunadamente, lo leí en una revista estando luego en el hospital, la Clínica de La Concepción, privada pero con concierto con el Insalud, es una de las tres que, en Madrid, cuenta con un avanzado escáner que hace colonoscopias virtuales no invasivas, las otras son las privadas de prestigio Clínica Quirón y Clínica Ruber Internacional. Mediante ese sofisticado aparato es posible descubrir todas las anomalías del intestino delgado y grueso y me detectan una perforación infectada en el colon descendente que, médicamente, describen como absceso pélvico secundario a una  diverticulitis sigmoidea perforada. Resumiendo y para no entrar en más complicados detalles técnicos, pronóstico muy grave. Le informan a mi mujer que si soy capaz de superar la noche del 2 al 3 de febrero, ya que por mis ínfimas condiciones de estabilidad no pueden intervenir esa noche, tratarán de proceder a una estabilización que soporte la intervención. Que yo sepa 6 bolsas de sangre y 3 de plasma, regeneran en parte la anemia avanzada y a las 6 de la tarde del día 3 me intervienen. Duración de esto unas dos horas y media a 3, pasando a la UVI, en condiciones de extrema gravedad, aunque la operación haya sido exitosa. Por no alargarme en detalles, en la UVI, paso 7 días, algo que no está dentro de lo normal, cuando fui operado del corazón solo estuve 1 día, y conectada a todo tipo de artilugios y con respiración permanente asistida, quitando una careta y poniendo otra, con sonda nasogástrica, entubamiento bucal, sonda de orina y dos drenajes de expulsión de materia a ambos lados del abdomen, carezco de más detalles al desconocer nombres de otros aparatos a los que permanezco conectado. A este tipo de operación se le conoce como ostomía. El intestino se desarrolla en dos partes el delgado que se subdivide en duodeno, yeyuno e ileón y el grueso, llamado colon,  que tiene una parte ascendente, una paralela al suelo o transversa  y otra descendente que en su final se llama sigmoidea y que conduce al recto, parte final por donde sabido es, se produce el deshecho de las heces a través del ano.Bien en mi caso, han tenido que cortar el intestino grueso en la parte descendente y sigmoidea, han dejado sin efecto la salida al recto y me han abierto por el lateral izquierdo de la parte frontal del abdomen para que por ahí expulse las heces. A este orificio que no es otra cosa que parte del colon que se deja al aire para que haga los efectos del ano y que se denomina ‘estoma’, se le aplican unas bolsas, compuestas de una placa soporte de la bolsa que se adhiere a la piel dejando en su centro un agujero de la medida exacta del estoma, para evitar que se produzcan fugas. Como digo esta placa sirve de soporte a diferentes tipos de bolsas unas que encajan con doble dispositivo o bien otras adhesivas. Las casas comerciales, te lo pintan de color de rosa, te dan todo tipo de información y te quieren dar a entender que puedes practicar una vida completamente normal. La práctica es otra cosa, la colocación de placas y bolsas hay que tomarles su tranquillo. Luego cada abdomen y cada piel son diferentes y se adaptan mejor a unos tipos que a otros. Yo,  tanto primero en el hospital, como después en casa, he sufrido fugas con los inconvenientes que ello conlleva. Te ensucias todo y algo difícil de asimilar psicológicamente, ya que tu no controlas nada. Por ejemplo, cuando estás normal, si no es que tengas una diarrea, si tienes necesidad de deponer, tu mismo puedes controlar y aguantar un tiempo determinado. En este caso tanto gases como heces tu no controlas nada, porque nada sientes hasta que no se produce el desastre en caso de salida o rotura de bolsa. Ya he sufrido la experiencia de pasarme en un autobús yendo hacia el hospital y os podéis suponer el número. Aparte de mancharte todo lo que llevas, los olores que se producen, ello te provoca un complejo inconmensurable. No me quedó otra que bajarme del autobús, no soportaba ir en esa situación, pero todavía estábamos lejos del hospital, por lo que tuve que coger un taxi. Mi mujer con servilletas perfumadas, trató de disimular en parte lo sucedido. Al llegar al hospital, pues de mala manera y metido en el servicio de mujeres mi mujer me limpió como buenamente pudo, me tuve que quitar ropa manchada y claro al ser novatos no llevábamos repuestos adecuados así que me apañé como pude. Luego en la consulta la enfermera me volvió a cambiar los soportes y claro el día que pasé fue de órdago. Todos mis complejos se juntaron. Hasta me prometí no salir para nada de casa, pero es que no me queda más remedio, porque tengo que acudir a las consultas. Ahora al tercer cambio de tipo de bolsa parece que la cosa va algo mejor. En cualquier caso una auténtica complicación.Volviendo al momento postoperatorio, la recuperación, muy lenta, pero favorable según el informe. Me tienen dos días, en los que además de la anestesia, me drogan para mantener mi estado en reposo, información que le dan a mi mujer e hijas. Al tercer día, despertando de este proceso, al recibir la visita breve consentida a mi mujer y mi hija Mónica, les reconocí pero, al no estar mi estado funcional en condiciones, me dijeron después que les hice poco caso e incluso parecía como enfadado. Luego, poco a poco, aún soportando los sufrimientos de las terapias a las que me tienen que someter para mis preceptivos cuidados, voy, según dicen, colaborando con firmeza y bien. Algo raro en mí tan timorato en estos casos. Incluso llegado el momento de la salida de la UVI principal, una doctora, de las que más me visitaba, me felicitó y agradeció mi colaboración. No sé me olvidan sus palabras dijo: “Nosotros podemos hacer mucho pero, la colaboración del paciente es fundamental y tu las has aportado.”. Celebro haberme portado bien. Me trasladan a planta pero me llevo una decepción me dijeron que iba a la habitación 3531 y de entrada me pasan a una UVI que se llama de cuidados intermedios. Ahí me tienen otro día y me prometen que a la tarde del día siguiente me sacan a habitación pero la enfermera de tarde dice que con la tensión que tengo 200/110 no es posible, tenemos unas palabras porque argumento que para ese control también lo pueden llevar en la habitación y medicarme. La enfermera, Chon, de nombre, por no dar su brazo a torcer dice que si me relajo me saca a habitación pero, claro le digo que en el estado de nervios que me ha creado es difícil la relajación. Afortunadamente, en una hora la tensión baja a 170/90, alta pero suficiente para darle argumentos de cumplir su palabra, así que me llevan a la citada habitación, única individual de la planta, lo que en principio nos agrada por aquello de estar en nuestra intimidad.La alegría dura poco en la casa del pobre. A la mañana siguiente me dicen que me tendrán que cambiar a una habitación doble porque esa la requieren para una persona con cierta contaminación y debe estar aislada. Entonces, mis destemplados nervios se ponen en marcha, estoy harto de movidas, de promesas incumplidas y demás zarandajas. La enfermera me dice que hará lo posible por mantenerme en el sitio, pero al cabo del rato vuelve con otra, intuyo que esos ‘refuerzos’ es para tratar de convencerme de la necesidad que se les presente. Yo sigo sin ceder y digo que quiero hablar con la Supervisora. Al cabo del rato aparece esta. ¡Malo, me digo!, cuando viene esta es porque viene a ejercer de imponer el criterio. Y la tal Luz Marina, que así se llama, lógicamente, con muy buenos modales me trata de explicar que siente mucho el tener que tomar esa decisión pero por encima de todo están las prioridades hospitalarias y este cambio es necesario, dado que es la única habitación que existe individual y esta persona contaminada necesita de aislamiento. Le contesto que eso es desnudar a un santo para vestir a otro y que no será la primera vez que tengan más de un caso de contaminación a la vez y que entonces que medidas toman, porque si tienen que estar aislados, tendrán que utilizar habitaciones de dos camas para ubicar en plan individual a esas personas. Claro, al verse acorralada, con mis certeros razonamientos, dice que hay que vivir el momento y el momento es así. En resumen que, como era de esperar, prevalece su criterio y me llevan a la habitación doble nº 3520. En ella hay un señor de 82 años que lleva dos días ingresado y le tendrán que operar de algo relativo a colon pero ignora de que y dice estar ahí por comentario y presión de sus hijos con el cirujano para que le intervengan cuanto antes. Se llama Julián García Nieto y fue futbolista de 2ª, e incluso jugó en el Atlético de Tetuán en 1ª división, cuando Marruecos era, todavía en parte, un Protectorado español. Además casualidades de la vida, su mujer, Maruja, recuerda el rostro de Maribel y sacan en conclusión que se conocieron hace 30 años yendo a la misma peluquería, que a la sazón era de la novia, luego mujer de un compañero mío de trabajo, con los que mantuvimos una arraigada amistad que luego decayó con los años. Total que, dentro de lo malo, no estuvimos mal. Me refiero a que, ya que hubo que compartir, fueron buenas personas, encima él, aunque mayor, no le importaba tener día y noche la ventana abierta, caballo de batalla mío que soy muy caluroso. Como todo lo que se comparte, siempre surgen inconvenientes, ya digo familia educada, pero sobre todo los fines de semana y aún a diario se llegaron a juntar en la habitación hasta 8 personas visitándole, entre hijos, nietos, hermanas, cuñados, etc. Aquello era un ir y venir de personas continuo. En mi caso mi mujer que se quedaba a dormir y encima se hizo cargo de ayudar a los dos. Él la primera noche estuvo algo reticente a que se quedara mi mujer, pero al ver que le sirvió de colaboración, el día que ella, dejó de quedarse, añoró su ausencia, se sentía más protegido y acompañado, porque en su familia muchas visitas matinales o vespertinas, pero a la noche hasta que no le operaron no se quedó nadie y en eso pasó por lo menos una semana.En fin, volviendo a lo mío, los principios ya de recuperación fueron prueba de fuego, me suministraron un tipo de alimentación espesa a través de unas vías situadas una en el cuello y otra en el brazo, sueros, antibióticos en evitación de infecciones y parte de mi medicación. Al ser paciente de sintrom, esta medicina no se debe tomar y te la cambian por una que se inyecta y se llama clexane, aparte al ser diabético, 7 controles diarios de azúcar y dos o tres inyecciones de insulina, análisis de sangre diarios y análisis para control de coagulación de sangre, más los pinchazos comentados para el clexane. Los tres primeros días una dieta totalmente líquida, consistente en una taza de caldo, sin sal ni sustancia alguna y un yogur esto para comida y cena, en desayuno y merienda un tazón con leche descremada y algo de café con unos biscotes, por supuesto sin sal ni azúcar.Después la sesión higiene, en pelota viva, enfermeras, auxiliares, hasta limpiadoras que entraban en la habitación, vieron mi cuerpo tal cual, ellas, lógicamente, pasan de todo, están hartas de ver culos y demás zonas, pero uno se siente como humillado ante tanto expositorio. Al principio los lavados corporales fueron en cama, en cuanto pude incorporarme, me llevaron a la ducha y allí una chiquita los dos primeros días me frotaba el cuerpo de arriba abajo, pasando por ‘todos’ los sitios con una esponja, en breve ya me apañaba yo, con la colaboración de mi mujer. A todo esto me han puesto faja de algodón apretada bien al abdomen y que deberé llevar 3 meses, solo a partir del primer mes podré prescindir de ella para dormir. Ya ha pasado el mes pero la mantengo, más aflojada, porque pienso que por lo menos me sujeta algo el vaivén que se puede producir de la bolsa. Con estos inconvenientes he cambiado los hábitos del sueño, porque tardo en caer en los brazos de Morfeo y aún así, a veces, me sobresalto.Podría entrar en más precisiones pero pienso que sería ya excesivo. Así que me dieron el alta el 20 de febrero, 18 días después de aquel ingreso ‘sin saber para que’ y donde pude dejar mi existencia, según los expertos.Ahora tengo revisiones muy frecuentes sobre el tema de bolsas y regulación de la coagulación de la sangre que no termina de posicionarse como debe con lo cual cada 3 días tengo que ir al hospital y hay que tener en cuenta que por mis medios habituales que son dos autobuses, tardo un mínimo de 50 minutos. Si lo hiciera en metro sería 15 minutos, pero debería andar 12 minutos de mi casa al metro y otros 12, todo ello más o menos, del metro al hospital y como encima, por mis problemas de vértigo y agorafobia el metro lo tolero mal, pues casi no me queda otra salida que el autobús, porque además un taxi tampoco sería una gran solución. He probado y dependiendo del atasco tardo un mínimo de 40 minutos y encima la carrera ronda los 12€, con lo cual no existe una compensación de tiempo y dinero que mejoren demasiado el sistema público.Pues entender que todas estas peripecias he debido sufrir y me dicen y gracias que lo cuentas, me refiero a los médicos.Lo malo es que tengo consulta el 12 de abril con la cirujana que me intervino y ahí , tras varias pruebas a las que me deberé someter, vuelta al sufrimiento, me determinarán cuando me vuelven a internar para operarme de nuevo con el objetivo de unir el colon y dejar el conducto en su estado original, pero como yo digo, parcheado, nunca ya será el original auténtico.Pues esta ha sido mi narración primaria, después lo que venga....Gracias por tragaros este mamotreto, al que sea capaz de soportarlo y sino es así, gracias por intentarlo. Espero brindaros en algún momento mejores noticias. 

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