Seguro que los padres de este tipo de alumnos no saben ni siquiera el significado de la palabra cafre, pues algo tan sencillo como ‘ bárbaro, cruel, zafio etc ‘ y toda una serie de apelativos negativos. Pues la justicia (algo baldío y vacío) debería castigar a esos padres, en principio, por ignorar ese significado; imagino que esos ‘rebeldes incontrolados de los que nos se puede hacer carrera’, provienen de un coito ejecutado tras los efluvios del alcohol y del porro y claro han generado hijos de la selva, como mínimo con el síndrome de Kaspar Hauser. Pero los gobiernos sucesivos, en lugar de ejercer de Petronio, al que denominaron en la Roma de Nerón, ‘el árbitro de la elegancia’, aquí el camino que tomo es de ejercer el control integral y acotar los actos violentos y actuar frente a ellos con contundencia, pero estos gobiernos, uno tras otros cierran sus rijosos ojos y no ven nada.Yo fui al colegio de D. Santiago, me refiero a que no tenía un nombre oficial, en una fachada antigua en la segunda planta ponía COLEGIO y nada más, D. Santiago era el orondo maestro que daba conocimiento al resto del nombre. El tal D. Santiago, de aparente aspecto bonachón y no es que fuera mala persona, solo con elevar el tono de su rasposa voz, nos ponía firmes a los 30 chavales. Esto fue en la España controlada por Franco, pero él, como tantos, no actuaba así por ello, era el respeto y la urbanidad imperante que ya llevábamos de nuestras casas y cualquier desmán era controlado adecuadamente. El caso es que recuerdo que hasta las clases eran divertidas, y se buscó un sistema para los sábados que estamos deseando que llegaran, conformaba equipos de varios chavales, y estos grupos iban consiguiendo puntos al acertar preguntas de temas que se habían dado durante la semana. El premio consistía que en que ibas avanzando puestos en los desvencijado pupitres en los que asentábamos nuestras posaderas. Por poner otro ejemplo que, aunque versa sobre mí, era clásico en la época, iniciado ya el Bachillerato, en el Instituto Cervantes de la calle Fortuny en Madrid, por hablar de un caso concreto, habría varios que tratar, la Sra. Báez, diminuto figura que se me asemeja en rostro a nuestra Vicepresidenta actual, agrio y taciturno a mocetones de pelo en pierna, alguno todavía iba en pantalón corto a los 14 años, nos mantenía en un silencio sepulcral, sin tolerar el más mínimo desorden. Pero, repito, en casa ya estábamos aleccionados. Ahora, desde que vi a una mujer de unos 35 años decir en la calle a un señor de unos 70 años que, simplemente observaba a su niño que el agua de las fuentes no estaba para derrocharla y ella, toda frescachona, maleducada y ufana contestó, ni más ni menos, que tenía coño suficiente para soportar los impuestos que ese derroche comportara. ¿Qué haces contra esa irracional actitud?. Gobierno, padres, ya se nos ha ido de las manos pero no debemos dejarlo en el olvido y tratar de sujetar y ceñir la mala educación.
Seguro que los padres de este tipo de alumnos no saben ni siquiera el significado de la palabra cafre, pues algo tan sencillo como ‘ bárbaro, cruel, zafio etc ‘ y toda una serie de apelativos negativos. Pues la justicia (algo baldío y vacío) debería castigar a esos padres, en principio, por ignorar ese significado; imagino que esos ‘rebeldes incontrolados de los que nos se puede hacer carrera’, provienen de un coito ejecutado tras los efluvios del alcohol y del porro y claro han generado hijos de la selva, como mínimo con el síndrome de Kaspar Hauser. Pero los gobiernos sucesivos, en lugar de ejercer de Petronio, al que denominaron en la Roma de Nerón, ‘el árbitro de la elegancia’, aquí el camino que tomo es de ejercer el control integral y acotar los actos violentos y actuar frente a ellos con contundencia, pero estos gobiernos, uno tras otros cierran sus rijosos ojos y no ven nada.Yo fui al colegio de D. Santiago, me refiero a que no tenía un nombre oficial, en una fachada antigua en la segunda planta ponía COLEGIO y nada más, D. Santiago era el orondo maestro que daba conocimiento al resto del nombre. El tal D. Santiago, de aparente aspecto bonachón y no es que fuera mala persona, solo con elevar el tono de su rasposa voz, nos ponía firmes a los 30 chavales. Esto fue en la España controlada por Franco, pero él, como tantos, no actuaba así por ello, era el respeto y la urbanidad imperante que ya llevábamos de nuestras casas y cualquier desmán era controlado adecuadamente. El caso es que recuerdo que hasta las clases eran divertidas, y se buscó un sistema para los sábados que estamos deseando que llegaran, conformaba equipos de varios chavales, y estos grupos iban consiguiendo puntos al acertar preguntas de temas que se habían dado durante la semana. El premio consistía que en que ibas avanzando puestos en los desvencijado pupitres en los que asentábamos nuestras posaderas. Por poner otro ejemplo que, aunque versa sobre mí, era clásico en la época, iniciado ya el Bachillerato, en el Instituto Cervantes de la calle Fortuny en Madrid, por hablar de un caso concreto, habría varios que tratar, la Sra. Báez, diminuto figura que se me asemeja en rostro a nuestra Vicepresidenta actual, agrio y taciturno a mocetones de pelo en pierna, alguno todavía iba en pantalón corto a los 14 años, nos mantenía en un silencio sepulcral, sin tolerar el más mínimo desorden. Pero, repito, en casa ya estábamos aleccionados. Ahora, desde que vi a una mujer de unos 35 años decir en la calle a un señor de unos 70 años que, simplemente observaba a su niño que el agua de las fuentes no estaba para derrocharla y ella, toda frescachona, maleducada y ufana contestó, ni más ni menos, que tenía coño suficiente para soportar los impuestos que ese derroche comportara. ¿Qué haces contra esa irracional actitud?. Gobierno, padres, ya se nos ha ido de las manos pero no debemos dejarlo en el olvido y tratar de sujetar y ceñir la mala educación.
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