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DÍAS APÁTICOS

DÍAS  APÁTICOS El estado de ánimo de las personas es muy variable. Son muchos los factores que intervienen en esa construcción anímica pero, normalmente, hay unos componentes mínimos dentro de cada carácter que le dan el toque particular, como a un mismo guiso, diferentes especias. Por ello según intervengan o en que medida, esos aderezos son los manipuladores de la forma de actuar de las personas y darles más o menos espíritu. Incluso esos componentes, incluso sin conocerlo provocan una cierta efervescencia, como si algún reactivo los revolviera pero, en otros momentos, se posan  y no provocan reacción alguna. Entonces para bien o para mal, surge el estancamiento, la apatía, la indolencia y la persona se convierte en algo amorfo, intangible, sin emociones ni reacciones. Por una parte algo de sosiego o relajación no viene mal, quizás vivimos demasiado apresurado, como diría Juan Manuel de Prada, no nos vendría nada mal buscar en el baúl de los recuerdos de nuestros abuelos algo de reposo, eliminar la continua crispación. Con ese pretendido o sobrevenido sosiego se podrían controlar los ímpetus desmesurados a que tantas veces nos vemos abocados y al ser incontrolados, suscitan, en muchas ocasiones, situaciones no  deseadas. Hoy en mi último repaso al correspondiente XLSEMANAL, revista de la que tanto hablo y además que le establezco un orden determinado. Primero mis articulistas y después ir entresacando artículos y entrevistas interesantes de otro cariz, he visto que un equipo de cirujanos que empezaron con escasos medios, en Cáceres, como es habitual en España, pocas dotaciones para la investigación, han alcanzado un eco mundial y especialistas, de países, teóricamente mayo peso específico en la investigación venían a los cursos impartidos y luego a distancia continuaban un seguimiento. Pero, tristemente, al lado, técnico de mala calaña no hacen más que descubrir la droga del diseño al último grito, más sofisticada, de mayor reacción, de peor localización y de fácil distribución entre la juventud. Una nueva droga de diseño la ‘ketamina’, de efectos infames muy superiores a la cocaína. Son noticias de diferente cariz, mientras una esperanza la otra desespera, porque luego ni nuestros políticos son capaces de reaccionar con duras leyes a los profanadores de la ética, ni los jueces, con extrañas interpretaciones. Desgraciadamente ante estas divergencias, prefiero la apatía a la actividad, ya que, desgraciadamente, por buenas intenciones que se tengan uno no puede resolver. 

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