Como no podía ser de otra manera está muy bien explicado el protocolo Martínez. Pero yo, que me he considerado, en general, ‘dador’, te llega a ofender, hasta casi humillar ser o ejecutar siempre el mismo papel. Hay que ser muy benévolo. Quizá, en parte, he sido ‘dador’, un poco obligado, el protocolo de mi profesión exigía este guión, casi siempre se produce en las relaciones públicas. Un modesto director de una pequeña sucursal bancaria en un modesto, aunque céntrico barrio de Madrid, se considera obligado a estar pendiente de muchos requisitos (estos encierran cierta hipocresía), está casi obligado a felicitar cumpleaños y santos relevantes a clientes ‘convenientes sobre todo para la entidad’, pero a la vez tienes que estar ojo avizor a las concesiones realizadas para que se cumplan en los plazos establecidos. Es decir, con el cliente llamado importante, se trata de mantener su egolatría, el de menos relevancia, atenderlo, sí, pero para ‘vigilarlo’ diría yo.Ahora Carmen, para mí la palabra amigo (mi caballo de batalla) es como una cima muy alta y escabrosa. La amistad conlleva metas muy difíciles de conseguir y llevar a su auténtica práctica. Otra cosa es el tratamiento de más o menos acercamiento o conocimiento. El que solo es ‘receptor’, como tu dices, para mí es un egoísta, es evidente. Como en cualquier bifurcación de posturas o ideas el eclectismo es el ideal pero, es una auténtica utopía.Ramón Buenaventura, ‘desaparecido’ tristemente de estas páginas, por lo que dices y observas fue y será donante. El tal Martínez, para mí, un caradura, un incumplidor, un 'viva la virgen', un pasota, egoísta total. Es preferible que te desprecien a que te ignoren. Quizá no nací para comprender eso de ser receptor únicamente, y eso que he visto y comprobado muchos casos, y sufrido en mis propias carnes. Le considero un ser que se permite el lujo de menospreciar, por tanto un eterno irresponsable.
Como no podía ser de otra manera está muy bien explicado el protocolo Martínez. Pero yo, que me he considerado, en general, ‘dador’, te llega a ofender, hasta casi humillar ser o ejecutar siempre el mismo papel. Hay que ser muy benévolo. Quizá, en parte, he sido ‘dador’, un poco obligado, el protocolo de mi profesión exigía este guión, casi siempre se produce en las relaciones públicas. Un modesto director de una pequeña sucursal bancaria en un modesto, aunque céntrico barrio de Madrid, se considera obligado a estar pendiente de muchos requisitos (estos encierran cierta hipocresía), está casi obligado a felicitar cumpleaños y santos relevantes a clientes ‘convenientes sobre todo para la entidad’, pero a la vez tienes que estar ojo avizor a las concesiones realizadas para que se cumplan en los plazos establecidos. Es decir, con el cliente llamado importante, se trata de mantener su egolatría, el de menos relevancia, atenderlo, sí, pero para ‘vigilarlo’ diría yo.Ahora Carmen, para mí la palabra amigo (mi caballo de batalla) es como una cima muy alta y escabrosa. La amistad conlleva metas muy difíciles de conseguir y llevar a su auténtica práctica. Otra cosa es el tratamiento de más o menos acercamiento o conocimiento. El que solo es ‘receptor’, como tu dices, para mí es un egoísta, es evidente. Como en cualquier bifurcación de posturas o ideas el eclectismo es el ideal pero, es una auténtica utopía.Ramón Buenaventura, ‘desaparecido’ tristemente de estas páginas, por lo que dices y observas fue y será donante. El tal Martínez, para mí, un caradura, un incumplidor, un 'viva la virgen', un pasota, egoísta total. Es preferible que te desprecien a que te ignoren. Quizá no nací para comprender eso de ser receptor únicamente, y eso que he visto y comprobado muchos casos, y sufrido en mis propias carnes. Le considero un ser que se permite el lujo de menospreciar, por tanto un eterno irresponsable.
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