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EL MES BREVE

EL MES BREVE Aunque en su conjunto los 12 meses del año son de similar tamaño o espacio de tiempo, el mes de febrero, está claro que el hermano menor, aunque cada cuatro años, saque pecho y se acerque a sus hermanos. A simple vista 2 o 3 días en el conjunto de los 365 en que se divide el año, resulta un porcentaje muy pequeño, pero esto traducido a magnitudes macroeconómicas se hace ostensible la influencia que ejerce. Veamos, tomemos a nuestro país como ejemplo, España, (yo digo España y seguiré diciendo España) la pérdida de horas laborales y escolares que esos dos o tres días originan, los conocedores de estos datos saben de la gran repercusión que ello representa. Un año bisiesto de esos de cada 4 que agregan a febrero un día, podrían dar a un lugar a un mes con 5 domingos. Si a ello sumamos las grandes pérdidas de tiempo que en la mayoría del país los Carnavales, las fiestas locales, patronales, etc. Por ejemplo ahora época de estallido carnavalístico, en la Comunidad de Madrid en el ámbito laboral, si escolar, no existe día festivo concreto, pero los que se apuntan a todo, al estar al loro del festejo, su rendimiento laboral desciende, están más atentos a las componendas, festejos y demás zarandajas (por cierto zarandaja para los nicaragüenses quiere decir vestido estrafalario, así evito búsquedas en diccionarios) que a la acción cotidiana laboral. ¡Que conste que siempre fui trabajador!. Nunca empresario. Los chicos acaban de salir de un mínimo de 15 días de vacaciones navideñas, ahora de remate les ‘obsequian’ con otros 3 que al sumarse a sábados y domingos hacen casi semanas completas. Este país de pandereta y juerga lo juzgamos tan a la ligera que oyes en las tertulias de colas en mercados, y en bares, lo mal que está todo, pero yo lo he oído toda mi vida, ¡qué caro es esto!, ¡hay que ver como está aquello!, pero para las juergas nunca nos quejamos, para eso queda siempre algo del maltrecho presupuesto, pues como decía en este país, los primeros que reniegan de que les llamen españoles son los primeros que se apuntan a las fiestas tradicionales de España. La amplia comunidad de lesbianas y monfloritas, son parte de los principales promotores de estos cortejos con elegantes cabalgatas y refinados gustos en estos desfiles.
Luego hablamos muy serios de la solidaridad y nuestras maltrechas y agotadas economías, después de unas recientes y agotadoras fiestas, estrujan el presupuesto no sé de manera pero que les da para seguir invirtiendo en celebraciones y ahora que nadie me hable de que es producto de la imaginación, para unos cuantos que le sacan partido a una sábana, la mayoría invierten un dinero en pomposas vestimentas o alquileres, aparte de los consumos que todo ello conlleva, consumiciones, extras, cenas, copas y demás boatos que acompañan a ‘esas felices caras’, mientras todo ese dineral derrochado habría colaborado mucho en campañas de ese, hipócritamente, cacareado tercer mundo. Además Carnaval es todo el año, porque un gran tanto por ciento ya nacimos con ‘careta’ o caracteres físicos que superan la virtualidad y no digamos de las vestimentas que lucimos, en general, al estilo Ruiz de la Prada, donde todo lo que sean colorines arrebatados vale. Aunque los hombres nos vamos acercando, las mujeres con su peinados, por llamarlos de alguna manera y las máscaras y carátulas con las que a diario sale a la calle para parecer más atractivo, pues ya tenemos el ambiente, como digo, a diario establecido.
Pues bien, no me gusta nada la expresión ‘en un pis pas’, tampoco la clásica de ‘santiamén’, pero llamémosle como queramos febrero se nos va enseguida. A mí que tanto me afecta el correr del tiempo, cada paso de hoja del calendario me resulta restar tiempo al saldo de mi vida.
Suerte tiene el que considera, al menos exteriormente, que por lo menos ha pasado por ello y que a lo mejor otros no lo pasan. El que no se conforma es porque no quiere.

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