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DEUS CARITAS EST

DEUS CARITAS EST Una vez más me clasifico de católico, sin mi consentimiento, como la mayoría. Soy respetuoso con las creencias, pero hasta ahí. Si asisto a algún acontecimiento religioso, actúo en consecuencia con las normas aunque las tengo olvidadas. Muchos de los ritos modernos los ignoro. Casi me llegué a saber de memoria la misa en latín, aunque no entendiera los conceptos y sin embargo en castellano no tengo ni idea y de oración solo recuerdo las 3 o 4 que desde pequeño te arraigaron. Pero con los años creo que si pude buscar creencias y elegir, pero no me dediqué a ello, me convertí en bastante agnóstico. Me estanqué y no le di mayor importancia y me situé cómodamente, en el banquillo de la religión adjudicada, criticándola en más de una ocasión, dado que no confiaba demasiado en muchos ministros de Dios que tuvieron épocas de excesiva arrogancia. Las religiones, en general, al estar en manos de las personas más cultas de cada época, han manejado demasiado el mundo, tanto en el orden político, como en el económico y no digamos en el religioso. ‘Amenazando’ con actos horribles si no actuaba el personal como ellos quisieran. Se declaraba brujería a cualquier interpretación que se saliera de sus normas. Pero claro al no haber hecho nada por intervenir, ni a favor ni en contra es como decir que eludí compromisos, por tanto tampoco tengo mucho derecho a reclamaciones bajo estas perspectivas.

 

Una encíclica pontifical siempre ha tenido un eco social importante porque recoge filosóficas deducciones y marca reglas sobre la actuación ecuménica.

 

Siempre provocan grandes expectativas entre los estudiosos. Como el cardenal Reitzinger, Benedicto XVI, no contó con demasiadas simpatías en diversas facciones políticas, le acusaban solo de oídas como el clásico dóberman, pues resulta que, al parecer, y según los artículos que he leído (dirán que son partidistas), elogian el gran contenido de sabiduría y comprensión que revela el Pontífice. Trataré por todos los medios de leerla, hasta ahora en otras solo conocí parte de sus contenidos por comentarios. Ahora quiero también opinar yo.

 

(Hoy cuando estoy publicando el artículo, ya la he encontrado en internet, me la he pasado a un fichero de Words y la leeré detenidamente, antes de manifestarme sobre su contenido.)

 

 

 

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