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CONTINUACIÓN A SITUACIONES DE FELICITACIONES INDISCRIMINADAS

CONTINUACIÓN A SITUACIONES DE FELICITACIONES INDISCRIMINADAS

Curiosos resultan los tópicos relacionados con estas ‘Fiestas Navideñas’, dan mucho de sí, ya he dicho sin tapujos que no soy partidario de ellas, por una serie de razonamientos personales. Tengo mis derechos de opinión y respeto a los demás, aunque algunos se den por aludidos y criticados. ¿Quién soy yo para ponerles veto?. Ni soy ni lo pretendo pero, eso sí, quiere que tampoco se me tome como si fuera un bicho raro.

Con motivo de toda esta algarabía, al descorche y derroche económico se une la afectación personal. Raro será el que no tengamos una agenda o lista personal a la que hemos ido agregando en el transcurso de nuestra vida nombres, la mayoría de las veces, por un conocimiento algo efímero, unas simples vacaciones de verano, una excursión, una presentación por parte de otro conocimiento, pero que si reparamos, sabemos que entre en nuestro tarjetero sin mayores pretensiones, pero estas fechas se prestas para que acudamos a esos ‘archivos nominales’ y repasamos nombres, sin casi recordarlos, vemos unas señas y ahí lanzamos nuestro dardo, en forma de postal de navidad, (hoy en día sms de móvil o correo electrónico de internet) y claro se acompañan de los concelebrados parabienes y buenos deseos. Ya dije en escrito anterior que, casi desde primeros de diciembre, con personas con las que tienes una fugaz visión no se escatiman los tópicos de “Bueno pues si no nos vemos..., bla bla bla”,Sí no nos vemos ¿qué?, si otras veces nos vemos y volvemos la cara para disimular que no hemos visto.

En esas agendas aglomeradas de datos o señas invalidadas ya por la ignorancia hasta se llega a contrastar si recibes contestación, para en todo caso, el año próximo, no repetir la opción de recibir el mismo ‘desaire’, aunque como lo hicimos sin sentimiento alguno, nos da casi lo mismo.

Invitaciones, comidas, cenas, grandes deseos de bondad y solidaridad, todo ello como un material aglomerado. El día 7 de enero, más o menos, empiezan las ‘rebajas’, no me refiero a las comerciales, sino a las de tono deseable a esas llenas de sentimiento y las guardamos en la caja para el año próximo.

Es hasta curioso a través de los correos electrónicos ver personas que acumulan, cientos de direcciones o contactos (se llaman así, ¡ojo!), no sé de donde sale tanto personal, se les agrega a un grupo y con un 'felices fiestas' o un tipo de postal de felicitación, y pinchando un teclazo, has felicitado a media España, casi sin saber a quién, hasta a aquel payaso o payasa que un día te encontraste en uno de esos ‘juegos tan amigables’ o foros o demás sitios de relación y que hasta te hicieron daño, pero como son difíciles de separar de tus correos o se te ha pasado, pues le deseas lo mejor del mundo, aunque en su momento te ofendiera profundamente. Por eso digo, a menudo, que nunca en mi vida había usado tanto la palabra ‘HIPOCRESÍA’ pero, es que impera tanto en el trato superficial de las personas que se utiliza como algo indiscriminado y lo peor es, cuando encima, se la pretende disfrazar de veracidad. Algo que puede ser hasta fácil con una buena facilidad de palabra o gestos adecuados en momentos oportunos.

Hasta el menos inteligente o avispado hace magia con la ‘hipocresía’ y se convierte en gran actor, haciendo de ella una ‘ridícula representación de una verdad’.

Hay que tener mucha valentía para decir, realmente, lo que se piensa, por ello en muchas ocasiones lo mejor es callarte, pero no condecorar actos que encima te desagradan.

Es una manera de manipular los tratamientos, lo peor de ello, es que se practica tanto que ya somos muchos los recelosos que no nos creemos muchas cosas, por temor a ser engañados una vez más.

Solo en un sentimiento de amor abierto, se dan por buenas las justificaciones y actuaciones, aunque aún así plantees un síntoma de desconfianza que molestes, aunque la razón, solo suele tener un camino y éste se termina encontrando en la mayoría de los casos. A veces tarde, pero nos confirma que tuvimos algo de razón en nuestros recelos.

 

 

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