PLANTACIONES CON SENTIDO

Plantamos una semilla con la posible ilusión de que surja, nazca un brote, algo no siempre fácil de conseguir. De pronto y con gran satisfacción observamos que una florescencia minúscula verdea y eso nos causa alegría. Poco a poco, no sin dificultades esa planta va creciendo, se le riega con amor pero, a veces, nos excedemos en la cantidad y debemos contener que el exceso de humedad le perjudique. En otras ocasiones escasea la luminosidad, la fragilidad de nuestra tierna plantación precisa de una fotosíntesis adecuada para que su clorofila se regule.

 

Aires imprevistos amenazan con tronchar el retoño recién formado, un exceso o falta de abono puede perjudicar. Hay que remover hasta la tierra para que se airee y facilite su raíz.

Cuando el tiempo ha pasado y soportado los diversos rigores soportados, hay que manejar instrumentos cortantes y suaves y con delicadeza, como en los bonsái, y paciencia oriental y remodelando y dándole el aspecto que pretendemos.

Por favor, si hemos conseguido parte de ello no le demos un manotazo o corte a destiempo por algún disgusto o revés que en su cuidado y mantenimiento nos haya dado.

Demostraríamos algo que no es lo nuestro, falta de sensibilidad, si hemos superado los momentos difíciles no arranquemos de raíz aquella implantación que se inició con tanto amor.

Una madre siempre soportaría las travesuras incontroladas de su niño, un amante deberá tolerar deslices de su pareja, a lo mejor algún día precisa de comprensión similar. Los corazones no son rocas, precisamente, palpitan y viven de momentos gratificantes, aunque reciban alguna decepción.

Sería difícil tolerar infidelidades pero sí comprender estados de ánimo en los que cuando menos lo esperan se ven sumidos. Seamos fieles a nuestro propio amor.