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Encuentros en alguna fase

Encuentros en alguna fase Cuando uno deja de creer en algo, quizá falta de confianza, aparecen noticias que resuelven esas desconfianzas, demostrándote una vez mas la inconsistencia propia y la debilidad o estabilidad personal que delatan la existencia de un carácter nervioso e inseguro, poco ‘hecho’ a pesar de los años, bisoño, los años dan cierta experiencia pero la inmadurez, en ocasiones, no llega con los años. Quizá faltó en su momento la orientación deseada para adquirir la cordura necesaria. Hay muchas frases bonitas diseñadas a través del correr de los años, desarrolladas por pensadores y filósofos pero, a veces, son facundias que les surgen y que ni ellos mismos se podrían autoaplicar. La carencia de paciencia o serenidad motiva nerviosismos internos, devaneos mentales y, a su vez la parte contraria o afectada por esos desequilibrios desespera ante la actuación incontrolada de la persona a quien pediría que tuviera mas certidumbre y le gustaría verse correspondida en el empeño que ella pone por una unión cabal. Yo, en muchas ocasiones no quisiera mostrar desconfianza aunque, aparentemente, lo parezca. Claro es difícil para el amigo o ser que te quiere discernir la frontera de tus desconfianzas. Es fácil decir confía en mí, máxime a distancia, aunque una mayor proximidad no garantice nada. No es que esa persona pretenda engaños pero en las mentalidades débiles surgen ‘fantasmas’, está el demonio bíblico que siembra dudas en las fragilidades. Santo Tomás dijo ‘ver para creer’, esta sentencia es la abanderada de la inquietud. También es verdad que, sin darle importancia, porque no sé considera mal mayor, se dicen esas ‘mentiras piadosas’ pretendiendo tranquilizar al agobiante. No tienen gran incidencia pero tratan de revestir y acomodar o adaptar mejor erróneos sentimientos del frágil y dubitativo.

 

 

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