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Levante y poniente

Levante y poniente Vientos marinos por excelencia, nunca en el interior hablamos de la orientación y dirección del viento, a lo suma decimos viene de la sierra, con lo cual del norte o procede del sur. Sin embargo, al pie del mar, parece inevitable comentar sobre ello, con términos mas náuticos, quizá por la lógica que cualquier marinero o pescador debe tener en cuenta. Yo en la Costa del Sol he llegado a captar algo sobre las ventajas e inconvenientes de estos movimientos de las brisas. ‘Viento del Este, viento del Oeste’ título de novela famosa de la norteamericana que obtuvo el Premio Nobel, Pearl S. Buck. Este, ‘levante’, Oeste, ‘poniente’, quisiera emborracharme con su procedencia, con su humedad, con su salinidad, se entremezcla con el aroma de esas flores andaluzas con nombres de procedencia arábiga, sugestivos, como jazmín, azahar, biznaga, clavel, etc. El arco iris, muestrario de los colores básicos, siente envidia, le falta la desvergüenza de mostrar la ‘agresividad’ de éstas y por su puesto su fragancia. Cuando hablo o pienso de esta tierra me sitúo en la admiración, cuerdas de guitarra rasgadas por hábiles dedos, se acoplan en mi cabeza combinando sonidos con claqueteo de castañuelas y acompasadas palmas que acompañan e invitan a la danza y al arranque de coplas encajadas en ese laberinto. Embrujo, eso es, aquí hay embrujo. Las exquisiteces arabescas del medioevo, en el culmen de su cultura y civilización, saltaron los áridos desiertos para arraigarse en este vergel y las combinaciones de atrevidos chorros de sus decoradas fuentes de mármol en combinación con una ‘descarada’ flora de la que emanan aromáticos efluvios y aquí dejaron su impronta inigualable.
En breves días me embriagaré de las correrías de estos vientos cual suspiros amorosos y desbordantes, yo corresponderé a ese deleite y mi vista se perderá en miradas con destinos varios. Ahora mismo al auricular de mi MP3 se asoma la preciosa canción de ‘Oye mar’, la aleatoria programación de canciones contenidas, parece querer complacer mi invocación, presentándome esa canción.
“”Oye mar, quiero bailar contigo para ser tu isla””
“”Oye mar abrázame y cuéntame tu vida””
“”Oye mar, espérame quiero volver contigo a mi antigua isla””
Jaja, seguía la interpretación de Chenoa y mi raudo bolígrafo iba trasladando la letra al papel cual grabación directa.
Suspiraré y esperaré cualquier orientación del viento que me llegue no vendría mal algo de brisa del norte para terminar de sumergirme en lo etéreo.

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