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Canciones

Canciones Siempre me gustaron las canciones, la música en general, no soy un experto, nada sé de solfeo, conozco simplemente las 7 notas musicales, pero no sé distinguirlas. Pero al igual que cualquiera puede admirar un cuadro, una construcción, la naturaleza y no ser entendido, la música como arte plástica, una mas para degustar por simple audición en este caso.
Lógicamente tengo mis preferencias pero, diría, que más de estilo que de intérpretes o títulos muy concretos. Indudablemente dentro de ese estilo a que me refiero también se pueden establecer filtros, pero insisto, no me configuro una lista de predilecciones. Tampoco puedo hablar de la canción de mi vida, algo que tanto se suscita en entrevistas a ‘famosos’ o en general, esa de la que se habla cuando alguien se enamora de alguien “”recuerdo que nos conocimos oyendo... “. Aunque soy un romántico empedernido nunca apliqué ese fundamento para establecer que esa o aquella canción fueran las predilectas.
Mi afición a los idiomas, aunque con la limitación de conocimientos superficiales, me ha llevado a traducir letras de canciones en inglés, francés e italiano. Como me gusta cantar, también las he interpretado en esas lenguas, además del castellano y catalán claro. En fiestas con amigos, compañeros de trabajo, en hoteles de vacaciones o reuniones propicias, actué en mas de una ocasión. Sirviendo de ‘atracción extra’.
Tengo una anécdota curiosa que creo merece la pena ser descrita:
“”Estaba de interventor en una oficina del Banco de Madrid, en Madrid, en la calle de Toledo, barrio de los Austrias, en el entorno de la plaza Mayor, muy típico por sus tabernas, mesones, asadores y restaurantes con solera. Tendría yo unos 24 años, junto con mi director y amigo, José Mª Martínez, habíamos quedado con dos ejecutivos de una importante empresa de publicidad ‘Víctor Sagi, S.A.’, para cenar en un restaurante en la Cava Baja, llamado Casa Esteban, justo enfrente del afamado ‘Lucio’. Esteban el dueño era cliente nuestro, tenía un local mas bien pequeño, unas 16 mesas, estaba aprovechando un caserón antiguo, como todas las casas de la zona y decorado al efecto para darle el aspecto de mesón antiguo castellano, algo abovedado, típico.
La cena era un tanto informal. Era el colofón de unos tratos comerciales acordados previamente.
Bien, la cena se desarrolló cordial. Tomamos un cocktail Martín, unas tapas de jamón y lomo de bellota, consomé ajerazado, y un pescado a la espalda, algún postre variado, quien lo tomara, yo no soy de postres, buen vino un Marqués de Cuzcurrita, numerado café y cava Codorniu de alta gama.
La mezcolanza de efluvios etílicos fue calentando turbinas, pero todo dentro de un límite. Mi compañero y el dueño del local que conocían mi afición a la imitación de cantantes, aunque el local estaba a tope, la mayoría extranjeros, me provocaron y pidieron para que entonara alguno de mis repertorios. Siempre fui algo tímido y más en aquella época pero, ya metido en juerga y algo del estímulo gaseoso del cava me hicieron arrancar. Salieron a relucir canciones de Raphael (imitando también sus gestos), Julio Iglesias, Frank Sinatra, Charles Aznavour, Adriano Celentano, Armando Manzanero, etc. La velada se prolongó y en el local se consumía más. Ahora viene lo curioso. Los espectadores extranjeros, debieron pensar que era un animador del local y me retribuyeron con dólares americanos, canadienses, marcos alemanes. Joé, fue duro, esto me dio una vergüenza tremenda, pretendía rechazar, pero los dejaba en la mesa.
A esa cena estábamos invitados por nuestros clientes, por supuesto tenía un cierto coste y pretendí pagar con el producto de mis actuaciones, ya que, incluso superaba para pagar la cuenta, pero no lo consintieron.
Todavía conservo un billete de 2 dólares USA como recuerdo de mi debut como ‘profesional’ de la canción. En broma o no broma, el tal Esteban, me propuso que me pasara alguna noche por allí, para ‘animar’, se ve que le había ido bien la atracción. Jajajaja.

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