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Mi bitácora. La nave en el mar de mi vida (LXIV/I)-64º /1(adicional)

Mi bitácora. La nave en el mar de mi vida (LXIV/I)-64º /1(adicional) ... Para no desviarme demasiado y visto que la explicación vecinal me llevará mas espacio de lo previsto, completaré la descripción de la vivienda. Solo quedaba, como dije, la habitación de matrimonio. Una fuerte cama de níquel con barrocas decoraciones floreadas y doradas, 1,35 de tamaño, (estándar en aquella época), somier de malla metálica trenzada y férrica que daba cierta elasticidad, hacía de plataforma para el colchón, tela de lona y relleno de espesos vellones de lana. Estos vellones, cada año mas o menos, eran vareados por colchoneros. Una vara larga y fina terminada en cierta curva, con ella sacudían una y otra vez, los pegotes de la lana aplastada para desapelmazarlos y dejarlos mas sueltos y mullidos de nuevo. La funda del colchón, ya digo, de tela de lona fuerte solía ser rayada en franjas de unos 15 cms (de ahí que a los seguidores del club de fútbol At.Madrid, que llevaba rayas rojas y blancas, les apodaran ‘colchoneros’). Almohada y colchón, una vez aireados y vareados sus vellones resultaban mas mullidos.
Como anécdota diré que mi almohada sigue siendo de lana, herencia de aquella que no faltaba en las casas, en muchos pueblos y, bueno en muchas casas, los colchones seguían siendo de paja, lógicamente mas barata, pero de menos comodidad. Un arcón baúl, servía para almacenar ropas de hogar y algún ‘trasto’ que se presumía pudiera servir en alguna ocasión. A este mueble, le habían hecho una funda en madera, con dos cajones por encima y un espejo a modo de coqueta. Una mesilla, no cabían dos y un armario de cuatro cuerpos, todo ello elaborado por el vecino ebanista, Sr.Segura, en buena madera y bien trabajado, en casa de mi madre siguen estando y en nada se han desvencijado tras mas de 50 años. Esta habitación tenía una ventana a otro patio de la casa. Enfrente había un solar y se veía desde esa ventana una calle muy principal y amplia, la calle del Ferrocarril, por debajo de su había una vía de tren que unía dos estaciones de la ciudad. Esta amplitud de miras desde la ventana hacía de esta pieza la mas luminosa de la casa. Hasta que un día, claro, construyeron y nos encontramos frente a una pared de ladrillo que ‘cerró’ cualquier visión y luminosidad. En el alfeizar de esta ventana, se atravesó un tope de madera para evitar caídas al patio si se ponía ahí algún objeto. Nosotros en el verano poníamos un botijo, para que con la corriente que se establecía entre ambos patios refrescara el agua contenida en dicho receptáculo. El botijo, producto típico elaborado por alfareros, eran famosos los de Extremadura y los vendían por las calles los botijeros. Voceaban anunciando la mercancía ‘el botijeroooooooo’, a lomos de un borrico y entre pajas, los llevaban de dos tipos, unos amarillos de barro mas tosco y otros ‘coloraos’, rojizos, más refinados pulidos y decorados, en casa siempre nos gustó mas este último. Solía tener unos 30 cms de altura por unos 25 de diámetro, haciendo abombamiento, un asa superior para cogerlo y una boca para llenar de agua y en el lado opuesto un pitorro. Lo cogías del asa, levantabas, volcabas y por el pitorro salía el agua hacia la boca, había que aprender a utilizarlo y aún así alguna vez te llevabas una ducha inesperada, pero era la única forma de tomar agua algo fresca. Cuando se compraban, para quitar el sabor a barro original, se le llenaba de agua y se echaba una copa de aguardiente que comiera ese saborcillo, se mantenía así un par de días y a veces se renovaba un poco, siempre me gustó echar un traguillo de esta mezcla, el gustillo que le confería el aguardiente, edulcorando el líquido resultaba agradable, aún teniendo algún sabor al material. Si estaba la madre delante, te limitaba a hacer esta catadura. Una extensión sobre el botijo, es que por las calles de Madrid, señoras mayores, con un delantal blanco y sentadas en una sillita de enea tenían un botijo a disposición de los viandantes. En muchos casos cobraban ‘la voluntad’ que, lógicamente, no era mucha. Y también gritaba ‘agua fresquitaaaaa para calmar la sé. Bueno, nuevamente, me he enrollado con el botijo pero, ya digo que el objetivo principal de estas narraciones es describir, circunstancias y hechos de la época.)
Con la explicación sobre esta habitación finalicé el tema de la descripción de la casa.

imagen: botijo

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