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Mi bitácora. La nave en el mar de mi vida (LXIV)-64º

Mi bitácora. La nave en el mar de mi vida (LXIV)-64º ... En las ventanas que daban a ese patio común, vivían una familia, Matrimonio, Enrique, creo que albañil que, es como se llamaban antes a los trabajadores de la construcción y Carmen, sus labores, y alguna asistencia en hogares. Tenían dos hijos Mª Carmen, le llamaban ‘la mudita’, porque tenía cierto defecto de dicción y tartamudeaba un poco, sería unos 2 años menor que yo y ‘el Quiqui’, el pequeño, ya comenté la normalidad en la colocación de apodos, a ello sumado una hermana de la tal Carmen. Encima estos pisos, tenían una habitación menos con lo que las dimensiones totales serían de unos 30 m2. Encima de ella, ya enfrente de nosotros, al principio conocí a los mencionados que tenían un puesto de venta de prensa, luego ya, al poco tiempo, una familia de Extremadura. El sr. Francisco, jardinero en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, la Sra. Paca, sus labores, tuvieron tres hijos varones, Francisco el mayo, y luego Antonio y Joaquín. Como gente muy de pueblo en aquellas épocas, tenían su particular modo y acento al hablar que a veces se hacía ininteligible, lógico en la formación que los mayores recibían, ya los hijos, tomaron otros derroteros, el mayor entró en un Seminario, pero la idea no era la de profesar, según la madre, era para conseguir formación gratuita. Luego, con el tiempo, fue sindicalista en un banco. El segundo entró de botones en un hotel, del tercero ya nada sé era todavía pequeño y con los años, aunque la Sra. Paca sigue viviendo allí, el marido en una residencia de ancianos, pues les perdí la pista. En fin quizá alguien piense no ser muy interesantes estas descripciones vecinales pero, mi minuciosidad descriptiva necesita de detallar, ya que parte del objetivo es detallar profesiones y oficios de la época, entonces estos detalles tratan de enriquecer vivencias.
En el segundo piso y siguiendo con los del patio, encima de los extremeños, moraban un matrimonio, el marido Ángel Mozas, albañil, pero encontró, como se diría un enchufe, trabajo algo menos duro, guarda de noche en los inicios de unos grandes almacenes que un indiano (llamados así a los que habían ido a América y habían hecho fortuna), procedente de Cuba, natural de Grado (Asturias), llamado Pepín Fernández, estos almacenes fueron Galerías Preciados. Abrió su primer establecimiento en Madrid el año 1943. Este empresario se formó en unos Almacenes de La Habana en Cuba, llamados ‘El Encanto’, de donde salió también Ramón Areces, asturiano y mediante la adquisición de una pequeña sastrería con ese nombre fue el fundador del todo poderoso ‘El Corte Inglés’. Bueno pues continuando con los vecinos, la mujer de nombre Pauli, sus labores, éste empleo común a todas las mujeres, de la vecindad, alternando también con labores de asistencia doméstica, lavandería, planchadora, oficios varios, vamos. Tenían dos hijas, Mª Carmen, dos años mayor que yo modosita y aunque nunca hubo nada pero sé que en nuestro interior nos mirábamos mas de la cuenta, incluso en alguna ocasión fuimos juntos al cine, pero eran otros tiempos, nada de nada, me explico ¿no?. La pequeña, Gloria, era un ‘infierno’, valga el juego de palabras, siendo muy pequeña ya empezó a beber lo que encontraba por la casa, fuera anís, vino o cualquier cosa, en mas de una ocasión hubo que llevarle a urgencias, por ello. Pareció, al hacerse mas mayor, sentar la cabeza, pero se casó, vivieron debajo de mi madre y tuvieron una niña, un día tras bronca diaria, se les encontraron al matrimonio, ensangrentados y muertos, no llegué a saber si a consecuencia de pelea o suicidio, ya en esa época que les ocurrió, se habían convertido en drogadictos, cosa que en mis años mozos, el pueblo llano hasta ignoraba esos temas de estupefacientes. Algo solo practicado por personajes del la ‘dolce vita’ y cierta capacidad económica...

imagen: Pepín Fernández (fundador Galerias Preciados)null

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