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Mi bitácora. La nave en el mar de mi vida (LXI)-61º

Mi bitácora. La nave en el mar de mi vida (LXI)-61º ... en el pasillo que distribuía a las diversas piezas de la casa se hicieron también dos obras de mampostería, bueno eso de diversas es algo extenso, estaban la cocina, el váter y las dos habitaciones. Pues esas obras al nivel, por encima, del marco de las puertas, de recia construcción y buen soporte, sirvieron para el desahogo de esas cosas que tantas veces se guardan en las casas sin mucha necesidad, pero siempre por si acaso, todo podía valer en algún momento y mas cuando no sobra. Ahora cambiamos de platos y vasos, por ejemplo, de esos que utilizamos a diario porque nos hemos cansado ya de utilizarlos y estamos hartos de ver siempre lo mismo. Entonces un vaso o un plato, aunque estuviera algo desportillado, seguía sirviendo, hasta que llegaba a la rotura total y si significaba peligro. Yo siempre tuve curiosidad, me refiero, siendo pequeño, de saber que se guardaban en esos ‘altos’ y, a veces, cuando me encontraba solo, trepaba con una escalera de madera que había para limpiar las partes superiores y para alcanzar a estas cámaras, para tratar de observar, cosas que hubiera allí, procurando no revolver mucho y tratar de dejarlo como estaba, porque mi madre era muy perspicaz y enseguida notaba si había estado ‘el ratón’ (yo, claro está) buscando. No me increpaba, pero recuerdo que siempre me decía “¿qué es lo que piensas que habrá?, pues nada importante, cosas que pueden ser útiles y las pocas prendas de cambio de temporada, para liberar en parte los armarios.”. Yo siempre pensé que podía haber ‘tesoros’. Recuerdo que había una espada-sable, mi padre como había estado en Caballería en la Guardia Civil, tenían este complemento de uniforme que ellos mismos se tenían que comprar, por tanto cuando dejó de ejercer quedó en casa, al final con el tiempo mi madre se lo regaló a su hermano que como seguía en la Guardia Civil, le hacía ilusión mantener aquel recuerdo. Allí estaban también las maletas de las que solo hacíamos uso para nuestros traslados de Barcelona a Madrid, en esos meses de septiembre para ver a la familia, luego ya, quedaron aparcadas y rellenas de lo que fuera, servían de contenedores de la ropa fuera de temporada y demás telas de las que mi madre siempre le gustaba mantener cierto stock, como toallas, sabanas, etc. Para mí siempre fue un poco ese cuartito secreto, jajajaja. En el final de este pasillo y contigua a la puerta del mencionado servicio había una habitación de unos 8 m2 que también tenía ventana al mismo patio que salón, cocina, servicio. En esta se instalaron dos camas de las llamadas guardadas. Un carpintero de la casa que, aunque decían algo carero, trabajaba muy bien y utilizaba buenas maderas, hizo dos muebles alargados tipo aparador en tono marrón avellana y dentro se contenían dos somieres que se bajaban frontalmente y sin doblez alguno la cama quedaba ya preparada. Unos tirantes elásticos y cruzados sostenían el colchón y la cama hecha, para que no se deslizara al subir y bajar, quedaban dos somieres, ya digo, al fondo de la habitación, enfrente de la ventana y en el hueco que dejaban las camas, un armario, para ropas y calzados, completaba el mobiliario. Detrás de las puertas de las habitaciones, se colocaban percheros de pared y en la misma puerta, también por detrás uno o dos ganchos servían para colgar algo al uso, además de colocar, la tabla de la plancha y la escalera necesaria para los altos...

imagen: percheros tras las puertas

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