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Mi bitácora. La nave en el mar de mi vida (LV)

Mi bitácora. La nave en el mar de mi vida (LV) ... Para ir documentando sobre los mínimos y escasos artilugios y útiles de la época con los que nos desenvolvíamos y, además, con cierta soltura, porque al no conocer otras comodidades, nos parecía lo normal, me adentraré en una cocina como la nuestra de aquellas modestas habituales y eso hablando en las ciudades, porque en pueblos, la cosa era muy inferior, en cuanto a elementos. Nuestra cocina, en un piso total de 38 m2, era un minúsculo habitáculo que así, grosso modo, tendría unos 4 m2, seguro que ni siquiera llegaba. El frontal con una ventana estrecha a un patio interior y que te separaba del vecino de enfrente unos 4 metros, en ese frontal un pilón de unos 90 cms de frente por una profundidad de unos 30 cms y anchura de unos 45 cms, todo ello aproximado claro, era de un material de piedra jaspeada, en tonos verdosos y blanquecinos. Ahí lo mismo servía que, para eso principalmente estaba destinado, para fregar los cacharros pero, también era la pileta de aseo, donde te lavabas las manos, la cara. Un grifo de latón a modo de caño con una pieza superior que mediante giro servía para abrir y cerrar o regular el chorro. Las tuberías de plomo gris y gruesas que suministraban el agua iban exteriores, bueno al igual que todos los cables de la luz, que eran un trenzado de dos coberturas de tejido aislante y que ‘adornaban’ toda la casa, desde unas llaves de porcelana blanca, con una especie de pinza que girando encendía y apagaba unas bombillas de 15 watios o 20 o 25, máximo, había que restringir el consumo al máximo, para que la factura de la luz no sé incrementara y eso que solo teníamos bombillas y el aparato de radio.
Volviendo al pilón multiusos obligado, una pastilla de jabón ‘Lagarto’, pieza hexaédrica de color verdoso-amarillento, servía indistintamente, para el aseo y para el fregado de platos y menaje. Cazuelas y ollas, era de porcelana, gris azulado en su esmalte interior y tono burdeos al exterior, también se estilaba mucho el aluminio, en mi casa no, siempre se oyó decir que se conservaban peor los alimentos, aunque la realidad es que se utilizó mucho y durante tiempo. El aseo mas corporal que el simple lavado de cara y brazos, se hacía en un barreño de cinc mas grande donde se vertían cazuelas de agua calentadas en el fogón y con un estropajo de hilos de cáñamo, para el frotado del menaje igual, pero por higiene en casa teníamos uno para cada situación. Con esas ‘comodidades’, el aseo personal de mucha gente dejaba bastante que desear...

imagen: grifos de la época

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