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Tarde algo aciaga

No ha sido un día, especialmente, agradable. Un cúmulo o suma de pequeñas contrariedades han ido coincidiendo para afectar mi sensibilidad, siempre algo débil. Nada muy grave, en general pero, en ocasiones, estas punzadillas erosionan el estado de ánimo demasiado vulnerable.
Bueno, el punto de partida no ha sido el ideal. Esta mañana, después de bastante tiempo, por razones varias, salud y otras, he tomado la decisión de visitar a mi anciana madre. Lo venía haciendo con asiduidad semanal, aunque de poco servía, ella siempre estaba ya, últimamente ausente. Su mente se ha vaciado, mira y ‘no ve’, hablas y ‘no oye’. Dejó de ‘conocernos’ a todos e ignoró la historia de su vida, ni siquiera sabe con quien vive. Bien, pues de tan ardua visita, de nada sirve, ni se alegra, ni se inmuta, sales abatido.
Bajo esa pesimista, pero real, perspectiva, encima lees cosas que te inquietan, oyes cosas que no desearías. Entonces viene la parte segunda, algo insustancial, pero así se ha producido. Salgo de mi casa, en la tarde, como acostumbro, me dirijo a echar las quinielas de fútbol, al llegar al establecimiento, observo que me he dejado los boletos en casa. Llego al bar, el whisky que acostumbre a tomar se ha acabado, el vaso especial, abombado y achatado que me reservaban, se ha roto. Busco mis anotaciones para continuar con ‘Mi bitácora', también las olvidé.
Resignado pienso en escribir sobre algo, sin saber bien que y, cuando voy a escribir en mi clásica servilleta, esa vulgar de ‘Gracias por su visita’, tampoco está en el servilletero, en su lugar hay unas, tipo kleenex, que absorbe tinta y parece que escribo sobre algodón.
Con las cosas tan graves que ocurren en el mundo, me avergüenzo un poco de plasmar estas ínfimas contrariedades pero, mis lamentaciones no son conducentes a implorar compasión, ni siquiera comprensión, son simples comentarios cotidianos. Prometo que otro día seré mas positivo.

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