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Nuevo año o año nuevo

Es curioso, en España, parece que esperamos a 12 campanadas de reloj, para en cada una de ellas engullir, nunca mejor, dicho, una ‘uva de la suerte’ (de dudosa suerte, diría yo), yo, personalmente, las odio pero, en ocasiones, bueno casi siempre, por complacer las embucho. Cotillones, descorches de cava o champán, para que nadie se ofenda, besos, abrazos... recibimos con ello al Año Nuevo.
Pero se producen otros años nuevos, con menos o nula celebración. Éstos, para muchos, son como un calvario. Me refiero, en buena parte, al mes de septiembre. Fin de vacaciones, retorno al trabajo, regreso al colegio. Para amas de casa, me refiero a las mujeres en su hogar, sin mundo laboral, en muchos casos representa una liberación de tener a todos en casa, alrededor, incordiando. Estando sola, aunque su trabajo sea encomiable, se siente mas independiente, cumple a rajatabla con su misión, pero tiene derivaciones, hijuelas, que le permiten un mayor albedrío. Su trabajo suele ser poco reconocido y, encima, sin paga, pero en estos momentos que los demás acuden a sus respectivos lugares, ella tiene cierta potestad para verse eximida de tanto ‘testigo’.
El marido trabaja, si, y, posiblemente, bastante, pero dentro de ello y con esa excusa, haciéndose el mártir, le sirve para correrse ‘sus juergas’ de mayor o menor enjundia’. Creo que ninguno me podría rebatir. La madre, será ama de casa, en todas sus especialidades, limpiadora, planchadora, recadera, cocinera y por duro que parezca el apelativo, en muchas ocasiones, ‘puta’ o concubina del sacrificado y exigente marido. Se hará lo que al señor le apetezca. No digo con ello que no existan buenas relaciones, pero diría que, con el tiempo, estas se convierten en rutinarias y entonces ya no es lo mismo.
Por ello vuelvo al Año Nuevo o ‘nuevo año’.

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