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Mi bitácora. La nave en el mar de mi vida (XLVIII)

Mi bitácora. La nave en el mar de mi vida (XLVIII) ... Continuando con el peón, a esta pieza cónica inversa se le enrollaba desde la punta un cordel hasta llegar próximo a la base ancha. El final del cordel solía tener un tope a modo de chapa que servía para sujetar entre los dedos índice y corazón, para mantener la cuerda una vez que con fuerza se lanzaba contra el suelo el peón, al irse desenrollando tomaba una energía que le servía para ‘bailar’, girar sobre su punta con rapidez, en base del impulso dado. Un torneo podía ser que lanzando varios jugadores a la vez, cual de ellos aguantaba más bailando. Otra modalidad, era trazar un círculo como de 2 o 3 metros de diámetro. Se lanzaba el peón y no debía de rebasar la línea que delimitaba el círculo, además se incluían, monedas, chapas, etc. Y se trataba de sacarlas del círculo, bien con el roce del peón o también se podía hacerlo subir en su baile a la palma de la mano e ir impulsando, los objetos que se pretendían sacar. La subida del ‘trompo’, nombre que también se le aplicaba, a la palma de la mano se hacía con ésta mirando hacia el cielo y con movimiento rápido en el intersticio entre dos dedos se le hacía proyectar a la superficie de la palma. Un jugador contrario también podía tirar contra otros peones que estuvieran bailando para tratar de echarlos del recinto. Lo peor de esto es que si había la mala fortuna de que con la punta impactara directo en otro peón, éste se podía partir y claro era una fatalidad, porque en esas economías precarias cualquier pérdida de objetos suponía un problema de reposición.
A veces, la base de los peones, se decoraba, con redondeles concéntricos, de diversos colores y al bailar, producían un efecto cromático. También este juego tenía su estación, pues era necesario para una mejor ejecución que la tierra estuviera seca...
imagen: peón, peonza o trompo

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