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Mi bitácora. La nave en el mar de mi vida (XLVII)

Mi bitácora. La nave en el mar de mi vida (XLVII) 26/06/05***
... Con al especie de agujerito que denominamos ‘guᒠpara el juego de canicas, se jugaba a otra cosa. Esta ya era más practicada por los más mayores dado que su objetivo era más económico. Se conocía como el ‘hoyillo’ (como diminutivo de hoyo pequeño). Cada jugador aportaba la moneda convenida. Como siempre se establecía un orden y, a partir de ahí, el participante cogía las monedas de todos y, también a la distancia convenida, se tiraban todas las monedas a la vez para tratar de introducirlas en el hueco, las que entraban eran para el tirador, las restantes si las había o cualquiera que quedara, las tiraba los jugadores por turno, así hasta concluir y vuelta a empezar, con nuevos aportes. Por ello como digo, aquí, principalmente, jugaban los mas mayores, los que ya ganaban algún dinero en sus trabajos y podían dedicar algo a ciertos gastos. Nosotros si jugábamos, era de nuevo apostando ‘honrilla’ de triunfo o cromos, etc.
Con monedas también se practicaba otro juego. Un cuadrado de unos 40 cms de lado, subdividido a su vez en cuatro cuadrados iguales, mediante dos rayas perpendiculares, en cada una de esas casillas se situaban números romanos del I al IV, y una pequeña casilla, de unos 4cms de lado coronaba en el medio este dibujo. El objeto consistía que mediante el lanzamiento de 3 o más monedas, ello establecido, una a una, tratar de hacer 7 y ½. Cada moneda caída en un número obtenía su puntuación, las que tocaban alguna raya valían por medio punto y si alguna entraba limpiamente en el receptáculo pequeño superior, hacia ese pleno buscado de las 7 y ½. Las apuestas, volvemos a las mismas, las convenidas.
Otro juego con material rudimentario era el ‘tacón’. Explicaré. De tacones de zapatos viejos, arrancados, zapatos de hombre, por tener, normalmente, forma plana, de material de goma, cada jugador con el suyo y previo turno, se impulsaba un lanzamiento con la mano, el objetivo era que los contrincantes, todos entre sí, tenían que tratar de dar o montarse sobre el tacón de los demás, el cazado quedaba eliminado y pagaba prenda, la, una vez, estipulada.
Otro juego de lanzamientos de objetos, pero de mayor habilidad a demostrar era el del peón o peonza. Una pieza de madera, en forma de cono invertido y con un clavo acerado romo en su punta ...
(seguiré con su desarrollo)

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