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Mi bitácora. La nave en el mar de mi vida. (XXVI)

Mi bitácora. La nave en el mar de mi vida. (XXVI) ...Tomando como orientación el viaje de ida de Barcelona a Madrid, lógicamente, atravesabas localidades barcelonesas, tarraconenses, me suenan nombres como Flix, Marsá-Falset, etc. Había alternativa de ir por la provincia de Lérida, pero no era la habitual. Luego ya se adentraba por Aragón, arideces en la provincia de Zaragoza, con el deshago que suponía llegar a esta capital, mediada la ruta y su caudaloso río Ebro. Gentes de la zona todo carácter, nombres de pueblos como Épila, Caspe, etc todos ellos con connotaciones históricas, unos por batallas, otros por firmas y compromisos de acuerdos históricos, de guerra o paz, como el famoso ‘Compromiso de Caspe’, porque el que se evitó una guerra en los reinos de Aragón, al morir el rey Martín el Humano en 1412 sin descendencia y se reunieron 9 compromisarios en esta localidad, 3 por Aragón, 3 por Cataluña y 3 por Valencia, acordando nombrar rey al infante Fernando de Antequera que provenía de la familia castellana de los Trastámara. La batalla de Épila en donde Pedro IV el Ceremonioso venció a la Unión Aragonesa aboliendo sus privilegios. En fin toquemos por donde toquemos encontraremos historia. Así que ya vemos el templo de Nª Sª del Pilar, el puente de piedra sobre el Ebro, estamos en la ‘Cesaraugusta’ romana, la Zaragoza posterior. Aquí parada amplia, unos 30 minutos, hubiera casi dado tiempo a ir a ofrendar flores a la ‘Pilarica’. Asomado en la ventanilla, oías con atención y curiosidad el acento fuerte de los maños, a veces, con vocablos ininteligibles por ser expresiones propias de la tierra y no usadas, normalmente, fuera de ahí, como en tantos sitios de esta variopinta España. Parecía sentirse hasta entonar y bailar jotas típicas de la región y de alegres y ágiles pasos. ¿Dónde váis, pues?, pregunta frecuente que te hacían desde los andenes con su entonación característica. Cruzar Zaragoza, representaba el privilegio de pasar por el río más caudaloso de España, nacido por allá en tierras cántabras y desembocando en delta impresionante por tierras tarraconenses, con amplia y productiva ribera. Al seguir bajando por los rudimentarios y traqueteados raíles y desgastadas y carcomidas traviesas que soportaban el paralelismo necesario para el avance de las ruedas del tren, llegabas entonces a Calatayud, localidad en la que mi madre con unos diez años residió, por destino de su padre, mi abuelo. Es ciudad monumental, curiosamente atravesada por dos ríos que discurren paralelamente, como una mínima separación por la ciudad, el Jiloca y el Jalón, el primero afluente del segundo y este a su vez del Ebro. Tiene una historia curiosa, que parte de un mito que durante muchos años fue de mal encaje para ellos. Hasta había coplas dedicadas al efecto. Es la historia de la Dolores. Había un dicho “si vas a Calatayud, pregunta por la Dolores, y comprendía algo como una hembra amiga de hacer favores” y claro esta historia les ponía malitos, porque desde los trenes, mucha gente que conocía algo del tema tenían el mal gusto de hacer la preguntita de la Dolores y había encabronamientos y enfados. Hoy he en día, reciente, he sabido que hasta han abierto un mesón de cierto nivel, llamado de ‘La Dolores’, en una antigua casona señorial remozada, así que del mal, ha pasado a ser explotación...

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