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Mi bitácora. La nave en el mar de mi vida. (XX)

Mi bitácora. La nave en el mar de mi vida. (XX) ...No recuerdo realmente, cuanto tiempo permanecimos en esa inmunda habitación pero quiero interpretar que mis padres trataron de no prolongar la estancia. El siguiente destino de residencia fue la calle Mallorca nº 408 , en casa ubicada y situada justo enfrente de la maravillosa iglesia ‘gaudiana’, la insólita, inadjetivable, Sagrada Familia. En aquel momento y todavía con mucha obra por delante, tenía 4 torres esbeltas, casi imposibles de definir sino se tiene conocimientos arquitectónicos suficientes para describir tal obra. Eso si, de una esbeltez digna de la mayor elegancia femenina. Al parecer el conjunto consistía o consiste en hacer un entorno cuadrangular con cuatro torres en cada lado que simbolicen a los 12 apóstoles. Al ser una obra por suscripción popular, la obra va a ser de prolongada realización y eso que el catalán, austero de carácter y de bolsillo, donaba y dona con amplitud para la consecución de ejecución tan importante. En la citada calle, vivimos en el primer piso. La vivienda suficiente y amplia, menuda diferencia, y con balcones a la calle que daban a esas torres maravillosas de la Sagrada Familia. Solo una habitación de la casa la ocupaba el casero y apenas aparecía por allí, el resto de la casa era para nosotros. Este barrio, ya mas moderno, calles mas amplias, bien trazadas, la de Valencia, Cerdeña, Sicilia, Provenza, Plaza de la Sagrada Familia, Plaza de Gaudí, en el barrio del Eixample (Ensanche), próximo a la avenida Diagonal, avenida Meridiana, Gran Vía, todas ellas confluían en la plaza de las Glorias Catalanas. En la plaza de la Sagrada Familia hacía yo mis pinitos de montar en vehículos, un recio triciclo de madera asiento y hierro con lógicas 3 ruedas. Es el único vehículo que he tenido en toda mi vida, porque luego no tuve ni bicicleta, ni moto ni coche, nunca he sido aficionado.
Al parecer pasé una etapa de cierto desequilibrio de apetencia y me trataron, en aquellos tiempos de moda, para estos casos, el aceite de hígado de bacalao, otro remedio que hoy asustaría por la implicación con el alcohol, era la yema de huevo batida con vino quinado, pero no consiguieron nada. Un día la portera del inmueble me preparó una rebanada de pan con aceite y azúcar y, sin saber realmente como, fue la panacea para estabilizar mi sistema. De todas maneras, nunca fui de mucho comer, crecía en altura pero muy estilizado, vamos delgadito.
Ignoro si llegué a tomar por esa zona algún contacto colegial, pero sé que en casa mi padre me instruía adecuadamente. Me suena algo la participación en una institución de una función, en la que se representaba alguna historieta y llevaba como fondo unas tonadillas en catalán, de las cuales, todavía recuerdo párrafos de alguna.
(Imagen: calle Mallorca, 408, 2ª de mis residencia en Barcelona)

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