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Mi bitácora. La nave en el mar de mi vida. (XIII)

Mi bitácora. La nave en el mar de mi vida. (XIII) ... El puerto, inmenso, el más grande de España y uno de los más importantes de Europa, estaba dividido en diversos muelles y dársenas, unos para pasajeros, bien de líneas regulares o de escala, otros para mercancías. Próximo a esas escalinatas que daban acceso a embarcarte en las mencionadas ‘golondrinas’, una réplica de la carabela ‘Santa María’, nao capitana del terceto completado por la Pinta y la Niña que avistó la ignota América para los europeos de entonces. Parece ser y bastante confirmado que con anterioridad pudieron arribar de otros continentes o civilizaciones, pero se considera oficial el descubrimiento llevado a cabo por Cristóbal Colón. Como digo esa réplica naval servía como motivo turístico.
En los muelles de carga y descarga, grandes fuselajes de hierro a modo de mecanizados y articulados dinosaurios que se podían desplazar a través de raíles, realizaban su trabajo de cargar o descargar mercancías de todo tipo de los diferentes cargueros mercantes que atracaban en los muelles, provenientes de diferentes banderas y proveedores de los mas variados productos que eran situados hasta su distribución en grandes naves diáfanas al efecto para su almacenamiento.
Dos grandes armazones metálicos unidos por unos gruesos cables acerados podían hacer atravesar el puerto de parte a parte, mediante cabinas, para desde la altura contemplar la vistosidad de esa configuración artificial de resguardo marino que era el puerto. En aquel tiempo, ignoro porque, no estaban en funcionamiento.
En la zona próxima al rompeolas que conducía al faro, en un bonito paseo protegido por descomunales bloques pétreos, a los que el mar, en momentos embravecidos, era capaz de tratarlos como un cascanueces y producir en ellos repentina y destructiva erosión.
A la derecha del citado paseo hacia el faro, en la zona protegida, una serie de plataformas ancladas, con cordajes colgantes que se introducían en las turbias aguas, servían de criadero de mejillones. Aunque no fuera el sitio más idóneo dada la contaminación del estancamiento de esas aguas interiores. A la izquierda del rompeolas, la visión de altamar. A pesar del amplio calado del puerto, cuando arribaban, a menudo, unidades de la VI Flota Norteamericana que custodiaba el Mediterráneo, los portaviones, recuerdo la tremenda mole y magnitud del Forestal, anclaban en el exterior del puerto, a una media milla marina, ignoro si por motivos de seguridad o por que causa...

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