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Mi bitácora. La nave en el mar de mi vida. (XII)

Mi bitácora. La nave en el mar de mi vida. (XII) ... Saliendo de los soportales de tanto recoleta como animada plaza Real y volviendo a la Rambla, creo que de Santa Mónica (que conste que estoy memorizando en edad inferior a 7 años) y continuando hacia el puerto, me suena otra típica calle, la de Escudillers, donde varias casas de comida de modesto rango ofertaban alternativas económicas de cierto tipismo, pero de modesto nivel. La plaza de Colón, donde tal personaje, culminando la estilizada columnata ennegrecida, metálica, la clásica figura con su dedo índice señalando el camino o derrota a seguir para llegar a aquellas ignotas ‘américas’ que él creyó fuera Catay, nombre antiguo de China. Monumento de 51,30 m de altura. Este monumento es obra de Gaietà Buigas i Monravà que lo construyó en 1886, la estatua tiene 7 metros de altura. Un ascensor comunica la base del monumento con el mirador superior, desde donde se dominan excelentes vistas. Recuerdo la ilusión que me hizo la primera vez que ascendí a dicho mirador. Una atalaya de contemplación, tanto del puerto como otras zonas de Barcelona. Rebasado este monumento, se llegaba a unas escalinatas, desde donde se podía acceder a unos transbordadores de dos pisos que hacía ruta interior por el puerto, desde ahí hasta el faro del rompeolas. Comúnmente llamadas ‘golondrinas'. El faro final de un amplio y granítico rompeolas que hacía de protector de las, a veces, corajudas aguas, al magnífico puerto. Éstas, mis primeras incursiones marinas, dejaron tal huella en mi infantil y liberada mente que me embriagué y aficioné al sabor y espectáculo marino. Desde entonces envidio a toda persona que tiene un mar cercano. No he llegado a saber ciertamente como no me propuse una vida próxima a la mar... Como los auténticos profesionales y los poetas denominan. Femenina tenía que ser, para que fuera preciosa...

(La foto representa a esa 'golondrina' que muestra turísticamente el puerto barcelonés)

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